La Real llegó al ecuador de la competición con un partido que sintetiza a la perfección lo que ha sido la primera vuelta. No recibe goles, pero le cuesta demasiado marcarlos y esas dos cosas unidas provocan que más de la mitad de sus partidos hayan acabado con empate y cinco sin tantos. A la Real siempre da la sensación de que le falta muy poco para ganar los partidos, ese gol que ayer le hubiera aupado a la segunda posición de la tabla tras un encuentro nivelado en el que el Elche tuvo las mejores opciones en los primeros 50 minutos y los blanquiazules después a pesar de que les faltó frescura física.

El punto sabe a poco, porque todo lo que no sea ganar impide avanzar, pero tampoco los de Lillo hicieron demasiados méritos hasta que en la segunda parte, a falta de frescura e ideas, crearon mucho peligro en remates de cabeza, sobre todos dos de Labaka y Abreu, con una gran respuesta de Willy Caballero.

Es una pena que la Real no consiga alcanzar ese poco que le falta para ganar más partidos y no confirmarse como el rey del empate de la categoría. Son once igualadas y esos puntos que se suman con cuentagotas permiten estar en la pelea, pero no son suficientes para colocarse entre los primeros y en casa resultan insuficientes.

La Real sigue en la buena línea de no encajar goles en Anoeta, ha recibido dos en los últimos seis partidos en el estadio, pero sólo ha marcado cuatro. Le falta gol y en esa línea la nota más positiva del encuentro de ayer estuvo en los minutos jugados por Abreu, que no sólo efectuó un gran remate de cabeza ante el que Caballero se lució, sino que ganó todos los balones que llegaron a sus inmediaciones.

Por lo demás el juego ofensivo realista fue pobre, a impulsos individuales de Marcos, Carlos Martínez y Xabi Prieto. Uno de las pocas cosas que se le puede criticar a Lillo es que no dé continuidad a lo que funciona. En Valencia se confirmó que el equipo agradece que Xabi Prieto juegue por el centro y ayer volvió a la banda y el tolosarra insistió con una apuesta con Markel por delante de Rivas que no ha funcionado porque el elgoibartarra está perdido cuando se adelanta de la posición en la que ha jugado toda su vida.

Un buen Elche

El equipo no combinó por el centro casi nunca y todo su juego ofensivo se basó en las internadas de Carlos Martínez, Xabi Prieto y Marcos por las bandas, aunque la mayoría de las opciones que fue capaz de fabricar el equipo fueron a balón parado, sobre todo las dos ya señaladas de Labaka y Abreu y una primera de Mikel González en una de las pocas faltas que ayer sacó bien Xabi Castillo.

El mérito del poco bagaje ofensivo de la Real hay que otorgárselo a un Elche en alza, con seis jugadores que se centran en el trabajo defensivo y cuatro ofensivos con libertad de movimientos. Los ilicitanos tuvieron tres buenas opciones en los primeros 50 minutos en una falta botada por Zubiaurre al poste, un remate claro que David Fuster envió fuera y en una gran intervención de Bravo en el inicio del segundo tiempo en un balón rematado en el segundo palo.

A partir de ahí curiosamente la Real acusó el desgaste físico realizado en el primer tiempo, sobre todo jugadores como Carlos Martínez y Marcos que dejaron de tener presencia en ataque, y sin embargo fue cuando más cerca estuvo del gol porque el Elche empezó a dar por bueno el empate y Claudio Barragán respondió de manera conservadora a la lógica decisión de Lillo de sacrificar a Rivas, con tarjeta desde el minuto 13, para jugar con dos delanteros.

La pena fue que no hubo oportunidad de ver juntos a Agirretxe y Abreu porque lo que el internacional uruguayo hizo ayer invita a pensar que un segundo delantero con un mínimo de velocidad para aprovechar los balones que gana con su experiencia y envergadura puede ser ese poco que le falta a la Real para ganar sus partidos.

Lillo no quiso minar la moral de Necati y prefirió darle entrada antes que a Abreu para que no pasara del primer puesto al último del escalafón de delanteros del equipo en dos semanas. El turco es un ejemplo de actitud y entrega y sus dos primeras acciones de ayer fueron buenas, pero no se adelanta a los defensas en los últimos veinte metros y tiene mala suerte. Ayer volvió a empujar a la red un balón en jugada anulada previamente por un fuera de juego inexistente pitado sobre Labaka.

Pudo ganar ahí la Real si no llega a mediar el error del asistente, pero tampoco sería justo cargar las tintas sobre el arbitraje de González González, que estuvo correcto y que incluso benefició a la Real en faltas en las que no se quiso cobrar cuentas por las declaraciones de Lillo.

Por lo demás el partido vino a confirmar que a la Real le cuesta demasiado ganar los partidos y que el equipo físicamente baja muchos enteros en los segundos tiempos. Sin embargo, la valoración que se debe hacer de la primera vuelta es positiva. Ha sumado 32 puntos y probablemente acabará a dos del ascenso la jornada. Lo único que le falta es encontrar ese poquito que le hace falta para desequilibrar tantos partidos igualados. En ese sentido las cosas que hacen Xabi Prieto, Marcos, Agirretxe y lo que apuntó ayer Abreu deben invitar al optimismo.