Maite SOROA | msoroa@gara .net
Sostener a Baltasar Garzón
La literatura parapolicial de los autos que firma el juez de la Audiencia Nacional española Baltasar Garzón haría sonrojar hasta a un adolescente, pero a algunos les parece de suficiente calidad para justificar el atropello de ocho ciudadanas y ciudadanos que ha encadenado a los barrotes de Soto del Real y y a la anulación del derecho al voto universal.
Por ejemplo, al editorialista de «El Correo Español», que ante la eventualidad de una crítica generalizada al despropósito corría en defensa del juez-satélite (me gusta más el concepto que el de juez-estrella) y aseguraba que «parece indudable que tanto la documentación incautada a los ahora presos como la notoriedad pública del cometido de alguno de ellos apuntan a su pertenencia a las estructuras que tratan de dar continuidad a las organizaciones Herri Batasuna-Euskal Herritarrok-Batasuna». De pruebas, ni pío. Todo se sostiene con sus convicciones.
Con Demokrazia 3 Milloi el editorialista se las promete felices porque, asegura, «el propio auto ofrece indicios suficientes para comprobar que la plataforma Demokrazia 3 Milloi está vinculada a las estructuras que perviven de la proscrita Batasuna». Pero, por lo visto, tiene algún problemilla con Askatasuna.
Por eso se vuelve a refugiar en sus convencimientos y demanda energía suficiente por parte del magistrado de la Audiencia nacional, no vaya a ser que al final tenga un disgusto: «La convicción de que el sistema democrático se enfrenta a la misma jugada urdida por la izquierda abertzale ante las autonómicas de 2005, presentando una candidatura provocadora y otra con intenciones de que pase los filtros legales, ha de sostenerse sobre pruebas concluyentes para que, bien sea por iniciativa de la Audiencia Nacional mediante la suspensión de las actividades de Askatasuna, bien en aplicación de la Ley de Partidos, tal intento acabe judicialmente anulado».
Queda bastante claro que un régimen de tan escasa calidad democrática precisa, tanto como el aire para respirar, de medios de comunicación de larga tradición fachonga que sean capaces de sostener las tesis más disparatadas.