La gravedad y excepcionalidad de la actual crisis económica han llevado, según los organizadores del Foro Económico Mundial de Davos, a una asistencia sin precedentes en cuanto a líderes políticos y responsables de empresas. Durante cinco días, desde hoy hasta el domingo, unos 40 jefes de Estado, una quincena de ministros de Finanzas, una veintena de dirigentes de bancos centrales y decenas de dirigentes empresariales, así como algunas ONG -en total unos 2.500 asistentes- debatirán para tratar de buscar soluciones a la crisis. Alrededor del 56% son líderes empresariales procedentes de los miembros del Foro que engloba a unas 1.000 empresas de todo el mundo. Según la organización, la presencia de más de 1.400 directores ejecutivos y presidentes de empresa es la más alta desde la creación del Foro, y ello pese a que la pertenencia al foro cuesta unos 28.300 euros a cada empresa, además de los casi 12.000 euros que deben pagar por acudir, sin contar con el gasto en el alojamiento.

El hecho de que muchos de los participantes hayan sido parte del problema no abre muchas esperanzas de que de esta 39 edición del FEM salgan algo más que ideas y buenas y vacías promesas de un capitalismo más moral.

«Siempre dije que la globalización sólo sería sostenible si servía a la sociedad en general», afirmó el presidente del Foro, el profesor suizo Klaus Schwab, al presentar el evento la semana pasada.

«Regulación»

Schwab se defendió de las acusaciones de que el FEM siempre ha defendido con fuerza el libre mercado asegurando que fueron los participantes en el mismo quienes siempre promovieron los principios neoliberales, y no la propia organización, que alienta «un sistema de regulación coordinado». Afirmó que en Davos se abordará el tipo de mundo que quieren estos actores claves que surja de la crisis. «Lo que estamos experimentando es el nacimiento de una nueva era, una llamada a revisar nuestras instituciones, nuestros sistemas y nuestra forma de pensar».

El encuentro se vertebrará en seis aspectos clave: promover la estabilidad en el sistema financiero y revitalizar el crecimiento económico global; garantizar la gobernanza global, regional y nacional a largo plazo; abordar los retos de la sostenibilidad y el desarrollo; configurar los valores y principios de liderazgo para un mundo post-crisis; catalizar la nueva ola de crecimiento a través de la innovación, la ciencia y la tecnología; y entender la implicación sobre la industria de los modelos de negocio. La presente edición se abre hoy con un discurso oficial pronunciado por el primer ministro ruso, Vladímir Putin, nuevo en esta cita, quien expondrá sus recetas para superar la crisis.

Unas horas antes, Greenpeace y representantes de la Declaración de Berna harán entrega, en un hotel de Davos, del tradicional «oscar de la vergüenza» a las empresas más irresponsables de 2008 a nivel social y ecológico, el galardón «Ojo Público» al que aspiran, entre otras, el banco UBS y la multinacional Nestlé.

Atmósfera «sobria»

«Financial Times» habla de «una nueva atmósfera de sobriedad» y destaca la decisión de Goldman Sachs de no organizar una de las tradicionales fiestas del Foro así como de una reducción considerable de su delegación. En general, la exhibición de lujo, caviar, y Don Perignon será menor que en anteriores ediciones.

Tampoco estará presente Lehman Brothers, ni el director ejecutivo de Citigruop, Vikram Pandit, ni el de Sony, Howard Stringer, ni el presidente de Barclays, Bob Diamond. Los banqueros son menos numerosos que otros años, porque «tienen mucho trabajo actualmente», según los organizadores.

Entre los invitados políticos más relevantes del Foro figuran la canciller alemana Angela Merkel, el primer ministro chino, Wen Jiabao, el británico Gordon Brown, y el japonés Taro Aso. El ex presidente de EEUU Bill Clinton, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, figuran también en el programa.

Entre los latinoamericanos, México y Colombia estarán representadas por amplias delegaciones, encabezadas por sus respectivos presidentes, Felipe Calderón, y Álvaro Uribe.

Pero la flamante administración estadounidense del presidente Barack Obama estará prácticamente ausente de la cita, apenas representada por una consejera del mandatario.

Aparte de la crisis económica, algunos asuntos de política internacional tendrán su espacio en Davos, como la ofensiva israelí contra Gaza, el cambio climático, las tensiones en el Cáucaso, o la crisis alimentaria.

Una «bomba de tiempo» social

Por otro lado, un equipo de dirigentes sindicales pertenecientes a la Confederación Sindical Mundial (CSI) presentará un mensaje alertando de que el aumento del desempleo, las ejecución de hipotecas y los ahorros y pensiones perdidas, «resultado de años de desregulación y codicia especulativa, representan una potencial bomba de tiempo en el ámbito social».

La CSI recordó que gobiernos y empresas son los que «han creado esta crisis, pero no serán capaces de resolverla a menos que trabajen con lo sindicatos para detener la hemorragia de empleos a escala mundial y fijar un marco regulador adecuado».

Añadió que, ante los avisos sindicales del año pasado, bancos y empresas prefirieron continuar cosechando beneficios a corto plazo. La CSI propondría nuevas regulaciones que pongan fin a la especulación y excesivas ganancias financieras y pedirá a las empresas negociar para salvar los puestos de trabajo y mejorar las cualificaciones de los trabajadores.