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Raimundo Fitero

Si sabe no contesta

Las cifras ponderadas dicen que en el momento que ZP estaba dorándole la píldora a Izaskun Buelta, siete millones y medio de telespectadores no tenían otra cosa mejor que hacer que seguirle en su contradictorio caminar mediático. Yo diría que el resumen de esta entrega podría ser «tengo una mentira para ti», que como tiene tanto éxito de audiencia el formato, bien pudiera ser uno de esos programas que salen a partir de otro. La retórica zapaterista es cada vez más jesuítica y parece incapaz de guardar las composturas, es decir en cada plano descubrimos que se trata de un monigote, de un ser sin fachada y sin contenido, de alguien que está ahí y muchas veces parece no saber las razones de su presencia. Ni de su existencia.

Las cámaras, aunque sean de la cadena que uno domina presupuestariamente, son difíciles de engañar, y si se tiene el atrevimiento de encerrarse en vivo y en directo con ciudadanos que saben que es la única oportunidad que tienen para poderle preguntar algo a un presidente de gobierno, que tienen sus ideologías marcadas y que no tienen ningún tipo de compadreo, ni depende de él en casi nada, pues preguntan con libertad, acierto y sin dejarse amedrentar. Incisivos, sin protocolos. Y es entonces cuando se descubre que ZP tiene muy mala gaita, que se irrita, se descompone, muda la color, el rictus y se convierte en alguien muy tenebroso y sin argumentaciones.

Hubo momentos lamentables, en los que demostró que si sabía no contestaba y otros que sí sabía y se hizo el tonto. Todo por no contestar, todo por seguir mintiendo y jugando con cuatro expresiones caducas y fuera de contexto histórico, político y económico. Su renuncio con la venta de armas a los israelíes, su insistencia en mostrarse ajeno a la crisis económica y otros asuntos

La querida Izaskun se convirtió en la estrella de la noche, y si alguna vez vemos un ujier o una taquígrafa con su síndrome, empezaremos a peregrinar a cualquier santuario a pedir perdón por tanta desconfianza, pero es que este señor de las cejas está empeñado en convertirse en el campeón de las mentiras, el cinismo y la represión política. La tele no miente. Es un decir.

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