Raimundo Fitero
Oráculo
Dice un periodista de TV3 la televisión pública catalana que «las audiencias son una referencia pero no la Biblia». Todo aquel que tenga algo que ver con la producción, la programación o la dirección de cadenas televisivas firmaría la frase con alborozo. Puestos a perfilar mejor el escaqueo nos ponemos empavonados y decimos que las audiencias no deberían ser ni siquiera una referencia, simplemente una circunstancia. Pero como andamos en tiempos más pragmáticos, aseguramos que las audiencias cuentan, especialmente porque se plantean las cadenas generalistas una voluntad abarcadora de la totalidad, y por ello, sus resultados deben estar de acuerdo a sus intenciones prioritarias. O dicho más sencillo, si alguien plantea una programación alternativa, selectiva, referencial, de calidad, es cuando se puede admitir que los resultados de audiencias se midan con relativa laxitud. Pero si estamos ante una cadena con deportes, humorismo de trazo grueso y películas del montón, entonces, pedimos resultados, es decir queremos que hable el oráculo, que hable Sofres y dejamos las biblias para los guionistas de series, para los vendedores de peines y para los que necesitan excusas extra corporales para justificar su sueldo.
Las mediciones de audiencias son instrumentos del mercado publicitario, y se utilizan para entablar guerras entre las propias cadenas. La referencia no es un simple apoyo a un trabajo, sino que sirve para la renovación de contratos, para la lucha por mantener o encontrar nuevos anunciantes y para otras muchas cosas y no todas confesables de manera voluntaria. Por ello sí tienen una importancia fundamental, y en estos momentos de fragmentación todavía más. Está en juego el modelo de empresas, de entes, de programación y de reparto del menguante pastel publicitario que tiene una interpretación también importante en términos de penetración de mensajes partidista, esencialmente en las televisiones públicas, o sea de mayoría parlamentaria.
Además hay una interpretación infalible, quienes están por la relatividad de las audiencias, son los que van mal en Sofres. Cuando van bien lo pregonan y hacen de ello su santo y seña.