El Gobierno de Sri Lanka, cuyo ejército afonta una cruenta ofensiva contra los rebeldes tamiles, acusó ayer a la Cruz Roja de provocar una sicosis mundial sobre las víctimas civiles. Antes de estas declaraciones, las oficinas de la Cruz Roja en Colombo fueron atacadas con piedras.

El portavoz gubernamental, Keheliya Rambukwella, afirmó que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) había encargado 35.000 bolsas para cadáveres para las víctimas civiles tamiles de la ofensiva militar cingalesa.

«No hacen falta ni 35.000 bolsas ni 3.500», destacó Rambukwella.

«Probablemente anularán este pedido mañana -por hoy-, pero antes quieren desencadenar una sicosis en el seno de la comunidad internacional», añadió Rambukwella.

Tras 37 años de conflicto armado, el Ejército de Colombo está llevando a cabo lo que ha presentado como «ofensiva final» contra los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE), que se encuentran rodeados en un triángulo de 200 kilómetros cuadrados de selva en el noreste de Sri Lanka. Allí se encuentran atrapados unos 250.000 civiles y, según la ONU y el CICR, desde el 1 de enero ya han muerto «varios cientos».

El Gobierno cingalés rechaza rotundamente estas cifras.

Antes de las declaraciones del Gobierno, unos 200 manifestantes encolerizados lanzaron piedras contra los locales de la Cruz Roja en Colombo. Tras corear gritos contra la organización humanitaria, rompieron varios cristales, según explicó a France Presse su portavoz, So-phie Romanens. La Policía dispersó a los manifestantes.

La Cruz Roja es una de las pocas organizaciones que ha tenido la posibilidad de acceder a la zona de combates.

Dependencia de la ayuda

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, por su parte, destacó ayer en Ginebra que toda la población de la zona en la que se registran los combates «depende completamente de la asistencia alimentaria para su supervivencia», según señaló su portavoz, Emilia Casella.

«La crisis humanitaria ha estallado a causa de los continuos desplazamientos masivos, las inundaciones y la pérdida de los cultivos. Los medios de subsistencia están prácticamente perdidos, lo que ha empeorado la inseguridad alimentaria. La gente ha agotado todas las posibilidades para enfrentarse a esta situación», declaró Casella.