La sala Kubo-Kutxa del Kursaal acoge una nueva muestra que une dos disciplinas artísticas en un mismo espacio: la pintura y la escultura. Si son dos las disciplinas que han sido aunadas, también son dos los artistas que se involucran al unísono en un mismo proyecto. Se trata de -tal y como señala el título «Ciria/Zugasti»- José Manuel Ciria (Manchester, 1960) y José Zugasti (Eibar, 1952). La muestra, que reúne un total de 81 obras (26 de Ciria y 55 de Zugasti), permanecerá abierta hasta el próximo 13 de abril.

Las obras del primero fueron descritas por la comisaria de la muestra, María José Aranzasti, como «una pintura orgánica, gestual, sanguínea, violenta, geométrica, tachista, expresionista, suprematista... y cuyo conocimiento de la historia parte de los expresionistas alemanes clásicos, y de los neoexpresionistas». En ese sentido, destacó que se trata de una pintura «derramada» que acoge como colores principales al rojo, después al negro y más tarde al blanco. Su obra se mueve entre el «automatismo que controla las técnicas del azar, la geometría, la investigación y la alineación de soportes».

El artista británico utiliza también en esta ocasión las denominadas «apropiaciones» y, en concreto, rinde tributo a Kazimir Malevich. Según Aranzasti, estas creaciones no son «ni remakes, ni plagios, sino que son reconversiones trascendentales del propio artista que pasan a ser auténticos iconos». Las pinturas de Ciria se caracterizan por su evocada abstracción y aparecen constantemente elementos que ordenan la composición plástica a través de la repetición de formas, la utilización de líneas horizontales o el empleo de elementos geométricos. Asimismo, cabe destacar los materiales que utiliza este creador que vive entre New York y Madrid. El agua, el ácido, el aceite del agua; tanto las diferentes combinaciones como las diferentes texturas que se van creando son algunos de los materiales que emplea.

Esculturas figurativas

La obra de José Zugasti, por su parte, mantiene una larga y coherente trayectoria en el tiempo. Sus livianas esculturas realizadas con alambres tratan de dibujar el espacio, vaciando la forma y reduciéndola casi a lo esencial, creando así representaciones ligeras repletas de movimiento. «Muchos artistas como Eduardo Chillida o Jorge Oteiza recuperaron el espacio frente al volumen y las esculturas se enfrentan al vacío, al hueco, a la transparencia. En esto es precisamente donde se sumerge Zugasti, y uno de los primeros aciertos sería la utilización de la varilla de alambre, un material humilde, pobre, ligado al entorno industrial, pero que en Zugasti alcanza una expresividad verdaderamente notable», apuntó la comisaria. Las posibilidades estéticas y creativas que tienen estos alambres son «infinitas» y el escultor eibartarra se centra en la «construcción de líneas rectas y curvas, e infinitos a los circulares concéntricos y semicírculos». «Cuando Zugasti alcanza el silencio, aligera sus piezas y las descarga, es cuando quizás encontremos mayor perfección y sensibilidad», dijo Aranzasti. La exposición recoge piezas de sus inicios en la escultura así como creaciones más novedosas como son «Figura en el suelo», «Figura apoyada en la pared» o «Figura al amanecer», que el artista vasco va creando mediante filigranas y que van dibujándose en la pared.