Cuando existe una muerte violenta de una joven a manos de un supuesto novio circunstancial se remueven los instintos vengativos de la sociedad. Estamos hablando de Marta del Castillo, a la que, al parecer, mató un joven con el que mantuvo una relación pasajera y que una vez perpetrado el homicidio lanzó su cuerpo al río Guadalquivir con la supuesta colaboración de un amigo. En plena cascada emocional, las declaraciones de padres, familiares, allegados y supuestos especialistas van componiendo una tendencia que anula todas las garantías que una justicia democrática debe incorporar. Especialmente cuando se utilizan programas como «La Noria» como plataforma para ir lanzando propuestas un tanto exageradas, cuando se vierten opiniones nunca constatadas científicamente y que contribuyen de una manera sospechosa a crear un clima de inseguridad, amplificando una supuesta de laxitud en la educación, como diciendo que la libertad lo que propicia es el crimen. Y es, justamente, lo contrario.

El padre de la niña Mari Luz se ha convertido en un especialista a su pesar. Desde que un pederasta en libertad por fallos de ejecución de condena asesinó vilmente a su hija, ha ido recavando firmas para conseguir, entre otras cosas, que se anulen las veinticuatro horas que actualmente las autoridades competentes se dan como colchón para iniciar las búsquedas de los supuestos desaparecidos por si acaso se trata de una huida voluntaria, por amor o por desamor. Se pide que se empiece a buscar inmediatamente después de presentada la denuncia. ¿Sin indicios fiables? Probablemente las primeras horas sean fundamentales para las pesquisas, pero ¿se tiene en cuenta la histeria, la neurosis, las angustias y sospechas infundadas de muchos ciudadanos?

En el caso que nos ocupa todavía hay un asunto a descifrar, ¿fue violencia de género o tuvo otra motivación? Nos enteramos de la biografía del presunto homicida y son bastante deplorables las circunstancias de su vida. Lo que duele es que se monten espectáculos televisivos alrededor de estos asuntos tan serios. Y una vez agotado el filón, se pase a lo más frívolo en igualdad de rango. Tengan, al menos, un poco de estética.