Hay quien no está en crisis, sino en una bonanza plena, absoluta, Total. La principal multinacional francesa, la reina de los pozos de petróleo, acaba de presentar el balance del 2008, un año en el que sus beneficios han sido históricos, rozando los 14 mil millones de euros. Por si escuchar estas cifras en un periodo de recesión económica no era suficientemente pornográfico, el presidente de Total, Christophe de Margerie, ha tenido la osadía de afirmar que los resultados de la petrolera benefician a todos los ciudadanos franceses.

Pero no queda ahí la cosa, porque sagaces periodistas alimentados por sonda de 98 octanos han vomitado por sus tubos de escape frases chovinistas como ésta: «¡Es formidable que Total sea la cuarta petrolera mundial cuando no hay una sola gota de petróleo en Francia!».

Pues sí lo hubo, a chorros, en 1999, cuando la negrura del alquitrán del petrolero Erika, fletado por Total, impregnaba las rocas de la costa bretona desprendiendo un olor tan áspero que resecaba la garganta en minutos. También hay pozos, aunque de negra amargura, en el recuerdo de las familias de los 30 trabajadores que murieron en la explosión de una refinería de Total en Toulouse, en 2001, un suceso que comenzará a ser juzgado la semana que viene por presuntas negligencias. Y sí, sí que hay petróleo y mucho en todos esos países a los que Total y otras multinacionales del ramo mantienen en un absoluto colonialismo económico desde hace decenas de años. Los casi 14 mil millones de beneficio representan, diga lo que diga Margerie, un perjuicio Total para el resto del planeta, incluidos los bobos chovinistas franceses.