El Euribor, índice cuya evolución siguen muchos ciudadanos y que desde 2005 mantenía una línea ascendente ininterrumpida, desciende. Para esos ciudadanos, que a buen seguro notan los efectos devastadores de la crisis con más contundencia que los directivos de los bancos donde han contratado sus préstamos, esa bajada supondrá un respiro, al menos a partir de la renovación de su cuota. Pero la bajada del Euribor tiene otro beneficiario en primer lugar: la banca, merced a los diferenciales añadidos al Euribor, los cuales, a raíz de la bajada del índice de referencia para las hipotecas, han llegado a ser hasta cuatro veces mayores que los aplicados a mediados del año pasado. Se trata de una muestra más de la curiosa forma de afrontar la crisis entre todos preconizada por los defensores del capitalismo neoliberal, gobiernos incluidos.

La crisis muestra la realidad social y económica en toda su crudeza. Y la realidad no es otra que unas listas del paro rebosantes y un empleo cada vez más precario. Pero quienes padecen el desempleo y la precariedad no son en ningún caso quienes pertenecen a esa élite enriquecida a costa de la precariedad ajena. En los últimos quince años, mientras que los trabajadores han ido perdiendo paulatinamente poder adquisitivo, los empresarios y los bancos han obtenido beneficios históricos. Sin embargo, las ayudas gubernamentales para hacer frente a la crisis van dirigidas a estos últimos, quienes, no obstante, insaciables, reclaman el despido libre, más libre y barato aún, supuestamente para generar empleo, cuando en el mejor de los casos generan mayor precariedad laboral.

En este contexto, la presentación de la plataforma Herria Abian! el pasado sábado en Bilbo se antoja interesante e incluso necesaria, toda vez que necesaria es una respuesta de los sectores afectados por la crisis y por el propio sistema que la ha creado. El sistema capitalista neoliberal imperante es incompatible con la democracia, y la alternativa al mismo pasa precisamente por democratizar la economía, por repartir el trabajo y la riqueza, y en ningún caso por la refundación de ese sistema.