Ya son tres partidos consecutivos sin victoria para un Athletic que amenaza con perder fuelle. Ayer no pudo pasar del empate y lo peor es que ni siquiera lo mereció, ante un Recreativo que fue mejor en líneas generales. De hecho, sólo un arreón en los minutos posteriores al descanso permitieron a los rojiblancos rascar un punto que, dentro de lo malo, les mantiene en la zona cómoda de la clasificación.

Bastantes más negativas que el resultado son las sensaciones que dejó la actuación del Athletic. No cabe hablar de la ausencia de Fernando Llorente, por muy determinante que resulte la aportación del delantero. Pero sí del desaguisado, que difícilmente podría haber arreglado él solito, en que se convirtió el choque durante muchas fases. Cuestión de dibujo, de físico o de cabeza -Joaquín Caparrós asegura que, aunque sea de forma inconsciente, no hay quien se resista a pensar en el próximo duelo copero-, lo cierto es que los bilbainos se vieron muy superados por momentos. Mientras el Recreativo encontraba un hueco tras otro para lanzarse a la contra, su anfitrión, desparramado por el césped, era incapaz de conducir el balón de un línea a otra.

Sobre todo en el primer tiempo, en el que el Athletic ofreció su peor imagen de los últimos meses. El centro del campo estuvo desbordado, a la defensa se le acumuló el trabajo y por arriba, la incapacidad para crear peligro fue absoluta. Los rojiblancos sólo se acercaron a Asier Riesgo a balón parado -media docena de córners en las que, quizá aquí sí, se echó de menos a Llorente porque ni siquiera así fueron capaces de crear peligro- y más de media hora de espera para el primer lanzamiento entre los tres palos. En el minuto 36, nada menos, llegaba la jugada, un cabezazo de Gabilondo, a servicio de David López, sin la más mínima consecuencia.

Para entonces, Camuñas, Jesús Vázquez, Aitor y Adrián Colunga se habían asomado ya unas cuantas veces por el área rojiblanca. Y habían encontrado también su premio, al filo de la media hora, con una jugada de Camuñas por banda que, tras plantar a Balenziaga, se internó en el área y sirvió para que Aitor batiese a Gorka Iraizoz con un disparo cruzado.

Favorcito

Las cosas pudieron empeorar en la reanudación porque el Recre sólo necesitó un minuto para volver a avergonzar a su anfitrión con una escapada de Colunga, al que sólo pudo frenar Iraizoz. En claro penalti, por cierto, que incluso podía haber supuesto la expulsión del guardameta. Pero Álvarez Izquierdo confirmó que los buenos árbitros escasean tanto como los tréboles de cuatro hojas y a los andaluces no les quedó otra que la pataleta.

La jugada debió activar algún resorte en el cerebro de los bilbainos, que se vinieron arriba en un abrir y cerrar de ojos. Con Susaeta y Toquero en el campo desde el arranque de la reanudación -aunque en el primer tiempo todo el equipo estuvo en el guindo, fue a David López y a Joseba Etxeberria a los que les tocó quedarse en el banquillo-, el Athletic tiró de empuje más que de juego para calentar el ambiente. Y también de efectividad porque un par de acciones de estrategia le bastaron para igualar el marcador. Fue Javi Martínez, que le va cogiendo gusto al asunto para beneficio de su equipo, el que cabeceó una falta a las redes.

El arreón duró un suspiro, pero al menos el Athletic pudo contener a su rival durante unos cuantos minutos. Tampoco demasiados. Los andaluces volvieron a meterse en el partido de tal manera que Gorka Iraizoz acabó convirtiéndose en el mejor del equipo. Se ganó el sueldo en un disparo con cierta miga de Bouzón a saque de esquina o, sobre todo, en un mano a mano con Adrián Colunga. Maidana, Camuñas o Carlos Rubén también rozaron el gol en un segundo tiempo en el que, pese a todo, su rival estuvo en un tris de llevarse los tres puntos.

Como había sucedido 45 minutos antes, un par de acciones animaron al equipo en las postrimerías del choque. Y el gol no llegó por los pelos. En el 94, con una contra que Riesgo envió a córner y en ese saque de esquina, con un balón que Ion Vélez, con el guardameta batido, no acertó a enviar al fondo de las redes. Lo evitó el pie de Poli, enviándolo de nuevo a córner que, con el tiempo ya cumplido, el árbitro ni siquiera dejó botar.

Aunque el fútbol no entiende de justicia, habría sido demasiado premio para el Athletic.