Elecciones del 1 de marzo
Poses y poco mas en una campaña sin eje político
La de 1998 fue la del «Espíritu de Ermua» contra el de Lizarra y se conoció como «la campaña de las maletas». La de 2001 fue la de la boda Mayor Oreja-Redondo Terreros, oficiada por Savater, y el desembarco de la artillería unionista que hubo de retroceder hasta Madrid con el cañón entre las piernas. En 2005 empezó ya a perderse perfil. Ahora, en lugar de política apenas quedan poses.
Iñaki IRIONDO
La llaman «de perfil bajo». Una campaña que está más condicionada por el miedo a perder que por la ambición de ganar. Ninguno de los dos principales partidos quiere meter la pata. Y así, a falta de un mensaje político novedoso, resulta que la frase del portavoz del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka, diciendo que será más fácil ver a un cerdo volando que al PSE ganando las elecciones se ha convertido en lo más llamativo de esta primera semana. Los de Patxi López andan tratando de sacarle el máximo partido a la declaración, y no sólo hacen chistes y hasta carteles, que se expanden por internet, sino que candidatos como Txarli Prieto no dejan pasar la ocasión de devolver la pulla diciendo que «en Euskadi lo único que vuela, además de los aviones, es el dinero que se llevan quienes han metido la mano en la caja del Museo Guggenheim, del Museo Balenciaga, de la Hacienda de Irun o de la de Bizkaia». Ninguna mención a los pajaritos. También falta poesía.
¿Cuál es el eje político de esta campaña? De momento, no se encuentra. Alguien podría decir que la crisis. Dudoso. Porque no hay un debate en profundidad sobre ello. La actual crisis tiene un marcado componente internacional, con soluciones que trascienden al marco autonómico al que se circunscriben las competencias del Parlamento a elegir y del lehendakari que saldrá de él. Así que, a falta de poder ofrecer soluciones estructurales, quizá los candidatos y los partidos podían haber apostado por cruzar propuestas sobre actuaciones de fondo para preparar las bases de la recuperación. En ocasiones, Juan José Ibarretxe habla de ello, pero al final todo va quedando en una especie de subasta de actuaciones sectoriales más pensadas para ofrecer la posibilidad de un titular impactante que para afrontar un análisis riguroso de la situación. El pasado lunes Patxi López propuso la construcción de un gran centro de investigación de energías renovables en la CAV, «un proyecto generador de empleo» en un campo «con un enorme potencial» y que reforzará un desarrollo ambiental sostenible. Añadió que «después de varias semanas de gestiones», había alcanzado un acuerdo con el Ministerio de Innovación, Ciencia y Tecnología y con Iberdrola. Patinazo. Al día siguiente la portavoz del Gobierno de Lakua, Miren Azkarate, tuvo el gusto de anunciar que el candidato del PSE «llega dos años tarde», puesto que la CAV «cuenta ya con un gran centro de investigación en energías renovables». Según destacó, el centro, denominado 'Energygune', está «liderado por el Gobierno vasco y participado por Iberdrola» y se encuentra en el parque tecnológico de Miñano.
Es decir, también los anuncios relacionados con las soluciones económicas están, en algunos caso, más cerca de la ocurrencia que del estudio. Anteayer Juan José Ibarretxe se comprometió a incorporar 500 jóvenes al campo como titulares de explotaciones. En estos días en los que en Camboya están juzgando a los Jemeres Rojos, habría que precisar más este tipo de afirmaciones.
Ningún proyecto político
Y en estas estamos, con la subasta de ofertas sectoriales, a falta de que alguien presente algún proyecto político novedoso. Por ahora sólo Eusko Alkartasuna ha puesto sobre la mesa su Ley de Soberanía, sobre la base de la concepción nacional y el derecho a decidir. Pero el PNV tiene totalmente abandonado este campo. Únicamente habla de gestión y poco o nada menciona ya el nuevo estatuto o la consulta. Nadie diría que fueron los grandes ejes de las dos últimas legislaturas. La idea del Concierto Político resulta tan abstracta que ni los propios se enganchan a ella ni los adversarios son capaces de criticarla aunque se les pregunte en una entrevista. «Es que yo no lo acabo de entender. Algún día nos lo explicará el señor Urkullu», respondía ayer José Antonio Pastor, portavoz parlamentario del PSE.
El mensaje central del PSE es el del «cambio»», aquel que tan buenos resultados le dio a Felipe González en 1982. Pero tampoco hay en el discurso de Patxi López otro elemento ilusionante concreto que vaya más allá del «quítate tú para ponerme yo». Y los anuncios en los que un hombre y una mujer relatan todos los cambios que han vivido en los últimos 30 años, pero que siempre han conocido un lehendakari del PNV, más que una cuña contra los jeltzales son un reproche al electorado, que los ha mantenido en el poder, o incluso al PSE, que gobernó junto a ellos en coalición durante nada menos que catorce años.
Tampoco hay alianzas anunciadas
La campaña de 2001 estuvo marcada por la batalla entre la coalición PNV-EA, que se presentaba junta, y la PP-PSE, que iban por separado pero estaban ya casados por el rito de Basta Ya. Había, por lo tanto, dos grandes bloques de gobierno anunciados y diferenciados, al margen de que luego pudieran necesitaran otros apoyos. En el 2005 la apuesta de Ibarretxe por el tripartito era también nítida. Ahora no tenemos ni eso. El PNV clama que el trípode PSE-PP-UPyD intenta arrebatarle Lehendakaritza, pero nunca menciona qué propone para contrarrestar esa suma. El PSE dice que no hará un frente con el PP ni estará con los jeltzales que le insultan, pero las matemáticas no dan para otras fórmulas imaginativas. Ni uno ni otro quieren enseñar sus cartas. En primer lugar para no atarse las manos, pero también para evitar que una declaración inoportuna pueda movilizar al electorado del adversario.
Y contra tanta tranquilidad se rebela Antonio Basagoiti que, a falta del carisma de su antecesora, María San Gil, busca asomar la cabeza con frases (y acusaciones) contundentes. Recientemente confesaba que ante una campaña tan anodina «yo tengo que incendiar» para tratar de tensionar al electorado. El PP parece jugar mejor en terreno enfangado. Pero, de manera calculada, Patxi López no entra a ninguno de los trapos con los que le tienta Basagoiti. Es como si para el líder del PSE el PP casi no existiera. Al igual que para el PNV tampoco existe EA.
Marketing y poses
Así que sin un eje político claro en la campaña, ya sea por la aparición de algún proyecto político novedoso e ilusionante o por la existencia de una estrategia clara de alianzas, todo se reduce a poco más que unas frases dictadas por los responsables de campaña y a poses, en ocasiones extravagantes, para fotógrafos y televisiones.
Tampoco en esto hay demasiada originalidad. En poco más de 24 horas han coincidido Andoni Ortuzar asando chuletas (imagen conocida de la campaña del 2008) y Antonio Basagoiti y Javier Arenas emparrillando sardinas. Al jeltzale se le ve más maña y experiencia, todo sea dicho. También casi todos los candidatos han pasado en alguna ocasión, o incluso en varias, por algún mercado.
Y luego están ya las poses que van para nota. Por ejemplo, la de Joseba Egibar y su candidatura en una trainera en Orio. (¿Alguien vota por algo así?). O la de las tres candidaturas del PSE subiendo al Besaide (en todoterreno) para converger desde Araba, Bizkaia y Gipuzkoa en el centro donde les esperaba Patxi López subido al «punto de encuentro». Otro concepto de marketing.