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CRÓNICA Debate entre los candidatos

Ibarretxe y López se limitan a debatir sobre el actual Estatuto

El debate político vuelve a coordenadas de hace más de una década. El grado de cumplimiento del Estatuto fue el punto de fricción entre Ibarretxe y López en su única confrontación en campaña. El jeltzale se aferró a ello incluso cuando López le retó a decir «una sola idea ilegalizada».

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Ramón SOLA

Parecía una opción propicia para que Juan José Ibarretxe recordara entonces que a día de hoy es imposible materializar la independencia o para que citara el veto estatal a la consulta emprendida por él mismo. Sin embargo, el candidato del PNV escogió otra respuesta menor: reprochó a López que «el Estatuto de Gernika está ilegalizado en 36 competencias». Puede parecer una mera anécdota, pero ésta fue la clave principal del debate emitido anoche por ETB-2, el único en castellano que ha reunido a los seis principales candidatos «oficiales», tras excluirse a la izquierda abertzale.

El Estatuto de Gernika se convirtió en un campo de batalla incruento para PNV y PSE, dado que su única discrepancia estriba en su grado de cumplimiento. Ibarretxe no rebasó ese listón: «¿Más Estatuto? ¿No sería mejor primero cumplirlo?», preguntó a López. El candidato del PSE ha propuesto en campaña una reforma consensuada, aunque ayer se limitó a defender esa fórmula genérica, «porque el Estatuto no es un listado de competencias, sino un marco de convivencia y un pacto».

Resultó significativo que en varias intervenciones los reproches fueran más allá de lo que en realidad habían dicho los interpelados. No sólo le pasó a Ibarretxe con López. También se pasó de frenada Antonio Basagoiti (PP) al quejarse de que «estemos hablando de autodeterminaciones» cuando en reali- dad nadie había citado tal cosa.

Unai Ziarreta (EA) se quedó solo argumentando que el Estatuto actual «está agotado, y lo está por 29 años de incumplimiento reiterado», tras lo que pidió «un polo soberanista que sería un tren imparable». Sólo Aintzane Ezenarro (Aralar) cogió ese guante, aunque para ello hubo que esperar a su tercera intervención en este bloque: «Les guste o no, la mayoría social de este país quiere decidir su futuro, y eso no hay quien lo pare si seguimos sumando mayorías», dijo la cabeza de lista de Aralar en Gipuzkoa.

Sin receta de pacificación

La cuestión del polo soberanista volvió a aparecer en el plató cuando se abordó la cuestión de la pacificación pendiente. Antes que nada, Ziarreta expresó su estupor por la desaparición absoluta de este tema en la campaña. Ayer se puso sobre la mesa durante unos pocos minutos, pero no hubo ninguna posición nueva. El propio candidato de EA se quejó de que «veo cierta resignación en el PSOE». Patxi López eludió responderle, y prefirió reprochar a Ibarretxe que «uno no puede quedarse sólo con el `ETA kanpora'».

También Basagoiti buscó el cuerpo a cuerpo con el candidato del PNV: «¿Cómo piensan acabar con ETA, por generación espontánea? ETA no se va a acabar diciéndole que se vaya», le censuró. Pero Ibarretxe no estaba por la labor de entrar al trapo, ya que tampoco tenía propuesta al respecto, más allá de incidir en la necesidad de dialogar con todos, también con la izquierda abertzale. «Lo haré una y mil veces», prometió. A partir de ahí, y en respuesta a López, insistió en que cree que la ilegalización de este sector se ha impuesto con un objetivo electoralista: echarle del gobierno.

Como durante toda la campaña, el debate sobre el apartheid político se situó en las consecuencias sobre el resultado electoral y no en la vulneración de derechos que supone, más aún cuando ayer las víctimas de la ilegalización no estaban sentadas en la mesa. EA y Aralar sí fueron al fondo del asunto, aunque de modo puntual. Ziarreta afirmó que «no se les puede exigir que participen en política y luego cerrarles el camino». Y Ezenarro añadió «encarcelar a personas que sólo hacen política no tiene parangón en Europa». Pero nadie fue más allá ni explicó, por ejemplo, cómo van a solventar esa ausencia o en qué situación queda el Parlamento que nacerá el domingo. Únicamente Javier Madrazo, de EB, planteó crear una mesa de diálogo «sin exclusiones ni sillas vacías» y consideró que ése es el hecho por el que no llegaron a buen puerto «ni Ajuria Enea, ni Lizarra, ni Loiola».

Madrazo estuvo más incisivo en los bloques destinados a la crisis económica y la vivienda. Afirmó que de la situación creada «no se puede salir con parches ni refundando el capitalismo». Ziarreta situó la clave en tener más autogobierno porque «no podemos esperar a que en Madrid suene la flauta y acierten con las recetas». López reiteró que lo primero que piensa hacer si gana es llamar a los sindicatos y empresarios. Ibarretxe hizo algunas propuestas concretas y se escudó en que la situación en la CAV es mucho mejor que la del conjunto del Estado. Y Basagoiti se refugió en afirmaciones catastrofistas del tipo de «la suma de Zapatero e Ibarretxe es una máquina de hacer parados». El representante del PP se declaró estupefacto ante las escaramuzas verbales entre López e Ibarretxe: «Eso no es serio. ¡Pero si son ustedes cómplices de las mismas políticas! Se han apoyado los presupuestos. Basta ya de polémicas de salón».

Intrascendente final

La escasa tensión del debate -en muchos momentos fue más bien una sucesión de 72 monólogos de un minuto de duración- quedó de manifiesto en el turno final. Se concedieron 60 segundos a cada candidato para reclamar el voto de forma directa a la audiencia, lo que incitaba a echar el resto. Pero la mayoría optó por la ambigüedad.

Así, como hizo en el debate en euskara de la pasada semana, Ibarretxe expuso que ni siquiera reclamaría apoyo, ya que confía en la «madurez» de la sociedad. López se ciñó a términos tan abstractos como la pluralidad o la libertad, y a ofrecerse como lehendakari de un país «que resuelva tus problemas». Y Basagoiti prometió que el PP será «palanca de cambio», en alusión a la utilidad que pueden reportar sus votos para llevar a López a Ajuria Enea.

Ziarreta reiteró un mensaje ya lanzado en los cien minutos anteriores: «El domingo nos jugamos mucho: volver al sano regionalismo o mirar hacia el futuro en clave soberanista. No- sotros queremos que nuestros hijos e hijas vivan en un país que existe, no en una comunidad autónoma». Madrazo pidió que se escoja la papeleta de EB «para soñar» y echó mano de los apoyos ilustres a la coalición, como Bernardo Atxaga y José Saramago. Ezenarro, por su parte, dejó claro que Aralar será el bastión de Ibarretxe si lo necesita porque «es muy importante tener mayoría abertzale en este parlamento».

La discusión dejó también silencios significativos, y no sólo por el veto a la izquierda abertzale. En un guión previo figuraba un bloque destinado a pactos postelectorales, pero finalmente fue retirado, al parecer con la conformidad tanto del PNV como del PSE. Lo cierto es que ni Ibarretxe ni López tocaron este tema en ningún momento. A sólo cuatro días de las urnas, nadie quiere retratarse más de la cuenta.

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