CRíTICA cine
«Háblame de la lluvia» Bienvenidos al sur
Mikel INSAUSTI
Los cineastas viven pendientes del tiempo metereológico durante los rodajes, siendo muchos los que reflejan en sus películas el estado de ánimo que les producen las variaciones climáticas. Agnès Jaoui expresa delante y detrás de la cámara la depresión que le provoca la lluvia de verano, más aún cuando se está de vacaciones. En una entrevista decía que las mujeres son más sensibles a los cambios bruscos del tiempo que los hombres o, eso al menos, es lo que dicen las estadísticas. Pero el título de su tercer largometraje está inspirado en una canción de Brassens que ironiza al respecto, porque los lugares donde nunca llueve, generalmente turísticos, le hacían desconfiar. En la vida tiene que haber de todo, y por ello la realizadora llamó a su ópera prima «Para todos los gustos». Es muy humano, hasta puede que terapéutico, echarle la culpa a los elementos, así que si uno tiene un mal día seguramente será porque ha amanecido nublado o el cielo amenaza tormenta.
«Háblame de la lluvia» es una película que no se debe contar, que hay que ir a verla porque es la mejor comedia reciente, muy por encima de las de un Woody Allen que atraviesa horas bajas en lo tocante al género. No digo nada exagerado, teniendo en cuenta que la señora Jaoui y su marido ya se venían perfilando como unos genios en la observación del comportamiento humano, y cuyos análisis sociales son de una lucidez sólo comparable a la finura y perspicacia de su inteligente e incisivo humor. En «Háblame de la lluvia» hablan de aguaceros estivales y de la relación de poder que se establece entre las personas a todos los niveles, ya sea dentro de la pareja o de la familia, con las amistades o en el trabajo. La teoría que esbozan Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri es la de que hombres y mujeres juegan al victimismo por turnos, a resultas de que existe una cadena de humillaciones y dependencias que se van repartiendo como si a cada uno de nosotros le tocara su correspondiente parte. Uno puede ser sumiso con su pareja, pero eso no quiere decir que no pase a ejercer un papel dominante en otras parcelas bajo su control.
El papel que se reserva Agnès Jaoui es el de una feminista que ha de pagar un peaje por sus ideas, ya que para lograr difundirlas no tiene otro remedio que entrar en la política a la fuerza. Es una forma de sometimiento que pasa desapercibida a los demás, que la ven como una mujer de fuerte carácter, especialmente su hermana, la cual considera que siempre gozó de un trato favorable por parte de su madre. Peor aún se siente la criada de la casa, una inmigrante cuya fidelidad malentendida a la familia le hace seguir trabajando para ellos sin cobrar. Su hijo tampoco es libre, debido a su concepción conservadora del matrimonio, y encima tiene que mediar para conseguir que la hermana de la jefa de su madre se avenga a ser la protagonista de un documental que quiere dirigir un conocido. Este personaje encargado de cerrar el círculo, pese a ser un completo desastre, se gana el cariño del espectador gracias a la entrañable caracterización de Jean-Pierre Bacri. Los momentos que protagoniza (la accidentada videograbación del bautizo, las bromas sobre la falta de cobertura telefónica en la granja, su historial iniciado con un reportaje sobre las corridas de toros desde el punto de vista del animal) son los más divertidos, aunque manteniendo siempre un profundo sentido autocrítico extensible al resto de las interpretaciones, porque en «Háblame de la lluvia» nadie es mejor ni peor que los demás.
Título original: «Parlez-moi de la pluie».
Dirección: Agnès Jaoui.
Guión: Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri.
Intérpretes: Agnès Jaoui, Jean-Pierre Bacri, Jamel Debbouze.
País: Estado francés, 2008.
Duración: 110 minutos.