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Raimundo Fitero

La risa

Pepe Rubianes fue el «Maki Navaja» televisivo. Hizo algunas películas, pero por encima de todo fue el gran monologuista, el auténtico reinventor del género de la narración escénica oral. Un actor que contaba, primero para subsistir, después para alegrar la vida a su numeroso público. Sus historias le salían de la observación, de la experiencia, de su manera de beberse y fumarse la vida en cada segundo.

Mientras escribimos este obituario obvio, inútil, retórico, recordamos el paso del tiempo, algunos amaneceres. Sabemos que se nos ha ido la risa, ese ser que siempre tenía la frase adecuada para hacernos comprender que nunca sobran unas gotas de lucidez ácida que acaban siempre en unas risas, unas carcajadas o un asentimiento íntimo y cómplice. El que conduciendo una furgoneta era capaz de narrar un partido de fútbol imaginario y hacer que todos los que viajábamos nos meásemos de risa. Así era este tipo que llevaba herido por el cáncer desde hace varios meses y que dejó de pertenecer al censo el pasado domingo. Un hombre de teatro entero, que desgraciadamente y así lo hemos podido comprobar, se le recuerda por una intervención televisiva en el canal catalán que le llevó a los juzgados, a ser censurado en Madrid, a un linchamiento por la derecha mediática más fascistona que le proporcionó unos disgustos añadidos que simplemente han servido para que se haga y se manipule la foto fija de este actor y quede trucada su memoria por los de siempre.

Insisto, fue el Maki, hizo muchos pequeños gags televisivos sin palabras, en los escenarios contó una aventura de las tapas de un bar que era una maravilla, fue el primer Ubú-Pujol de los tiempos en los que Boadella no había descubierto las corbatas, y era un amigo de esos que dan envida por la unanimidad que concitaba. Últimamente pasaba mucho tiempo en África, su vida monologuista la inició para comer en Cuba, y en su despedida hemos visto a sus amigos y allegados, llorando porque nos hemos quedado sin resuello ni para escupir, ni para gritar. Se estaba yendo poco a poco carcomido por el cáncer y reclamamos que la televisión le rinda el homenaje que se merece. Nos ha dejado más solos.

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