El técnico cuenta con el apoyo de la plantilla y lo ideal es que termine la temporada en el banquillo
La racha negativa conduce a una encrucijada con Lillo
El Consejo ni discutirá la continuidad del técnico esta semana, pero una cuarta derrota sería insostenible.
Joseba ITURRIA | DONOSTIA
La racha de tres derrotas consecutivas coloca al Consejo de Administración de la Real en una encrucijada. Hace menos de un mes Juanma Lillo era una persona que generaba a su alrededor un alto grado de consenso y ahora las críticas hacia su persona son feroces y, pese a que las opciones de ascenso son tan escasas como el dinero en el club, se pide su cese como revulsivo.
El Consejo no va a discutir la continuidad de Juanma Lillo esta semana y desea no tener que hacerlo la próxima porque una derrota contra un equipo como el Sevilla Atlético que sólo tiene diez puntos y una victoria, la lograda ante la Real, haría muy complicado seguir sin tomar ninguna medida. Aunque está muy difícil el ascenso, no es lo mismo acabar la temporada quintos a tres puntos del tercero, que undécimos a quince.
La racha negativa debe ser cortada rápidamente y no tanto porque haya un riesgo de bajar, sino por el deterioro que perder implicaría a nivel social y de confianza en los jugadores para planificar la próxima temporada. Cuantos más integrantes de la plantilla actual puedan seguir más fácil será para el futuro y para ello hay que reaccionar ya.
Y lo ideal es acabar bien con Lillo. Si con algún entrenador tiene menos sentido cambiarlo como revulsivo es con el tolosarra porque su forma de ser muy cercana a todos los jugadores y de realizar constantes cambios provoca que todos estén con él y nadie se va a sentir más motivado por una sustitución. Más bien, afectaría negativamente.
Una decisión importante
El cambio de entrenador obligaría a gastar un dinero no presupuestado y aumentaría el déficit de este ejercicio. Pero lo peor es que perjudicaría a la planificación de la próxima temporada que debe comenzar desde ya en un proceso en el que la decisión más importante es la elección del entrenador.
Sentarlo ya en el banquillo en una dinámica negativa y sin tiempo para trabajar puede quemarlo antes de comenzar la próxima temporada. Lo ideal además sería que el futuro técnico sea alguien que acabe con éxito la campaña actual, con lo que no se podría incorporar ahora porque está en otro equipo.
Tampoco es bueno fichar a un entrenador para quince partidos y resulta difícil encontrar uno bueno que no pida una temporada adicional. En esa tesitura se suele recurrir a un técnico de la casa, pero todas las opciones plantean inconvenientes. Si baja al banquillo Loren se corre el riesgo de quemar al director deportivo. Imanol Idiakez bastante tiene con salvar al Sanse del descenso. Eizmendi quedó desgastado tras su experiencia de la pasada temporada y para Kodro no sería fácil coger al equipo en inercia negativa.
Que cambie el entrenador
Por ello lo mejor no es cambiar al entrenador, sino que cambie el entrenador. Lillo tiene cosas muy buenas y cosas muy malas. Es un técnico con una forma de ser muy positiva. Gracias a ella la plantilla ha estado fuerte en el plano anímico en la situación de locura que le ha tocado vivir. Ahora nadie recuerda que hace tres semanas todos decíamos que con unos arbitrajes normales la Real sería líder con diez puntos sobre el tercero. Y si no se inventa Bernabé García el penalti contra el Zaragoza seguro que la Real no habría perdido los tres encuentros siguientes.
Y el mayor artífice de la respuesta positiva del equipo hasta hace tres semanas era su entrenador por su forma de ser. El problema es que ese mismo carácter impermeable a lo que le rodea le lleva a hacer cosas tan originales como negativas.
Una ya tiene difícil arreglo. Prescindir de un preparador físico es algo que nadie hace y, si se analizan los goles encajados y el nivel que da el equipo en las segundas partes, no parece que todos los demás sean los que estén equivocados. Trece de los últimos diecisiete goles recibidos por la Real han llegado a partir del minuto 64 y nueve a partir del 85. No es una casualidad.
Otra sí tiene solución. El carrusel de cambios y experimentos debe acabar. Se puede jugar con tres centrales un partido como el del Zaragoza por enfrentarse a dos delanteros más rápidos que tus centrales, lo que aconseja recurrir a un tercero para hacer las coberturas. Pero en Mendizorrotza no es lógico jugar con tres defensas. Después de lo que sufrió Labaka con Tuni en Alicante no se le puede volver a colocar en idéntica tesitura. El defensa que mejor va por arriba y menos velocidad tiene debe jugar por el centro.
Todos los equipos apuestan ahora por una defensa de cuatro y todos los jugadores están habituados a jugar de esa manera. A partir de ahí se puede elegir un 4-4-2, un 4-3-3 o un 4-2-3-1. La clave es que Lillo apueste por el esquema y los once jugadores que considere mejores y deje de hacer tantos cambios que no ayudan nada a sus jugadores.
Cuando se le planteó ayer a Aranburu que las miradas se dirigen hacia Lillo, el capitán respondió que «la plantilla no mira al entrenador. En las tres derrotas los máximos responsables somos los jugadores. Aquí cada uno debemos asumir lo nuestro. Sabemos cómo funciona el fútbol, pero si tenemos algo bueno es el entrenador y hemos tenido más errores nosotros que él. Pero no pensamos en eso, sino en ganar al Sevilla y cortar esta racha. Todavía se puede soñar con el ascenso, pero llevamos una racha de tres derrotas consecutivas que hay que cortar cuanto antes. Si tenemos esperanzas de estar en los puestos de ascenso es indispensable ganar al Sevilla Atlético como sea».
También Sebastián Abreu defiende a su entrenador aunque prefiere no hacerlo en público porque «mi opinión es poco objetiva. Cuando hablas de un amigo de puertas para fuera dices lo mejor». Pese a sus tres goles en cuatro partidos de inicio, Abreu no hace una valoración de «un libro en la segunda página» y destacó que dentro del vestuario se realiza una gran autocrítica.
ITURRIA
Al margen de que el club no tiene dinero para fichar otro entrenador, tampoco es positivo condicionar la planificación de la próxima temporada por una medida que no valdrá para subir ésta.
La forma de evitar un sobregasto y no condicionar el futuro es colocar a un técnico de la casa, pero las opciones de Loren, Eizmendi y Kodro tienen sus inconvenientes en una situación crítica.
El manchego se entrenó en solitario por el golpe recibido en la nariz en Gasteiz, el uruguayo no salió al césped por una contractura en el glúteo y el usurbildarra dejó el entrenamiento por un leve esguince por una torsión de tobillo. Los tres podrían recuperarse para el domingo.
El juvenil empató en casa ante el Lagunak (0-0), lo que le deja a tres puntos del líder Athletic, y perdieron el Easo (2-1 ante la Cultural) y el cadete txiki (0-1 con el Sanse). Sólo ganaron el infantil (4-0 al Lagun Onak) y el infantil txiki (3-5 al Kostkas). El cadete empató 0-0 en Eibar.