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Jakue Pascual Sociólogo

¿Quién le pone el cascabel al gato?

El cálculo político de las ilegalizaciones distorsiona, desde hace seis años, el panorama sociológico vasco, favoreciendo una plasmación institucional que lo escora hacia el españolismo y la derecha

Recorremos el dial entrecortando las ondas. La antena capta señales... Corrupción... Modulamos la frecuencia. Operación Gürtel. Garzón es ingresado con una crisis de ansiedad. La derecha le recusa, le recuerda una cacería y quién manda en España. Las localizaciones de FM nos hablan de la campaña electoral. No hay sintonía. El Dr. Spock Ibarretxe pide el voto útil. El hombre de la estratosfera se ríe de sí mismo para distraer la atención de los fracasos en gestión y corruptelas. Zenarruzabeitia ecualiza la propaganda: Euskadi «no entrará en recesión». Es la hora del «cambio tranquilo» y del colorido mestizo de Patxi López. Basagoiti se especializa en imposibles y Rosa Díez pega empellones a diestra y siniestra constitucionalista. La ley de promesas incumplidas y las licencias concedidas a Petronor en Muskiz asedian a Ziarreta. Anguita volvería a firmar Lizarra.

El PSOE adapta tácticamente la Ley de Partidos y reformula la ingeniería política de las dos comunidades. El cálculo político de las ilegalizaciones distorsiona, desde hace seis años, el panorama sociológico vasco, favoreciendo una plasmación institucional que lo escora hacia el españolismo y la derecha. Presión sobre D3M. Propaganda en condiciones extremas. Voto de oro: Independencia.

El apartheid excluye a más de 100.000 votantes de D3M. El triunfo pírrico del PNV succiona la yugular de EA. Patxi se postula: «Ari, ari, ari, Lehendakari». El voto útil español y la radicalidad de UPyD desinflan al PP. Los votantes de IU desfilan para Aralar que araña unos miles de votos a la izquierda abertzale escindida entre el voto nulo, la abstención y la no atracción masiva del nuevo votante joven.

Urkullu reclama más institución, sinónimo de bipartito gobernado por ellos. Pero el poder tienta al PSE-PSOE -«mantengo la palabra y la ambición de liderar un proyecto de cambio»- incluso contra toda lógica del pastel de las grandes infraestructuras repartido con los jelkides y de hallarse en un territorio vasco con carga de polvorín nacionalista. ZP apoya. Los avales del PP y de UPyD están servidos. Y la opinión colonial española jalea el triunfo constitucionalista. ¡España antes roja que rota! Si el PSOE cediera en el último instante, lo haría en detrimento de un denostado Ibarretxe y de la simbólica que impregna lo poco que le rodea.

Ezenarro dibuja un extraño gesto con el puño y saluda a las tres patas de la nueva izquierda abertzale política, que apuesta más por dar solución a problemas cotidianos que nacionales. «Nosotros vamos al alza y ellos, a la baja», se jacta en referencia al MLNV. Aizpurua le advierte que en poco tiempo el respaldo obtenido en las urnas puede «no ser suyo», porque el voto obtenido por D3M lleva implícita la premisa de la negociación política.

Los resultados imponen reflexión y humildad al conjunto de la izquierda abertzale, más o menos pactista o resistente. Ya no valen la teoría del péndulo ni la de los vasos comunicantes. Que cada sector defina sus posiciones y que los grupos mayoritarios convoquen una Conferencia. Lizarra empezará por nosotros mismos o, a pesar de las migajas, nunca seremos y aún menos un pueblo soberano.

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