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El Athletic, en la final

La noche en que Del Nido regresó a Sevilla castigado y sin cenar

No por sabido impresiona menos. La afición rojiblanca volvió a dar muestra de su amor y fe por unos colores y se volcó para impulsar a su equipo hasta la final. Y, de paso, para recordarle al presidente sevillista que no conviene comerse al león antes de cazarlo.

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Cronica | Una jornada de euforia en rojo y blanco

Imanol INTZIARTE

Frío, agua, viento, en ocasiones granizo. ¿Mal tiempo? Chubasquero, bocata y bota. El kit perfecto. Semifinal copera, ocho de la tarde. Un decorado para la épica. Todo a oscuras, salvo ese rectángulo verde donde once hombres vestidos de rojo y blanco intentarán llevar a su equipo a la final. Y a su alrededor, en torno a 40.000 fieles dispuestos a dejarse el alma en cada lance.

Jornada de pasión rojiblanca. Desde primera hora del día se ven camisetas y bufandas. Balcones, edificios públicos, transportes... una ciudad volcada con su equipo. El himno sonando en el restaurante, comensales coreando la letra.

El Hotel Carlton, donde está concentrado el equipo, es la primera estación de este particular vía crucis. Consignas clásicas. Un recuerdo para José María del Nido, presidente del Sevilla y que afirmó la víspera que su equipo se iba a comer al león «desde la melena hasta la cola».

Segunda parada, la calle Licenciado Pozas y sus alrededores. Algo para merendar y unos tragos para calmar las mariposas que revolotean por el estómago. Terapia de autoconvencimiento: «Vamos a ganar, fijo». Pónganle tono de interrogante-duda. Al fin y al cabo, esto es fútbol, donde cualquier cosa puede pasar.

Las siete y cuarto, hora de enfilar hacia el campo. Nada de esperar hasta última hora, el partido empieza en el calentamiento. Pitada a los visitantes -las decenas de hinchas sevillistas son una isla en medio del océano-, atronadora ovación cuando Iraizoz pisa el verde abriendo el camino a sus compañeros.

La Catedral ya luce casi llena cuando ambos onces se retiran a vestuarios. Minutos de tensión, comentarios sobre la inclusión de Toquero en el once, bufandas al aire. Todo, repito, todo el público en pie esperando a que los protagonistas retornen. Comienza a sonar el himno. ¿Quién necesita viajar a Anfield Road? «...zu zara nagusia...».

Pita el árbitro y ruge el «a por ellos». Tres minutos bastan para que Javi Martínez haga hervir la caldera. Una caída de Toquero en el área y una falta a Yeste centran la atención en Mejuto. Cada decisión suya es examinada con lupa. El Sevilla comienza a reponerse del mazazo. Silencio. Nervios. Toma y daca. Agarrón a Llorente. Diáfano, cristalino. El asistente se llama andanas y el público se lo recrimina.

Poco más de veinticinco minutos. Toquero se lleva un plantillazo. El trencilla, como si nada. Pitada de órdago. Amarilla para Orbaiz. Codazo de Fazio a Javi Martínez y otra tarjeta... a Iraizoz por protestar. Gritos de «fuera, fuera». Fútbol a cara de perro. Cada balón es una batalla. La hinchada rojiblanca se levanta, se sienta, gesticula, grita, protesta, aplaude. Alguno va a acabar con agujetas.

Testarazo de Fernando Llorente a la red. Dos a cero. Esto pinta bien. Qué decir con el tercero, que rima con Toquero. Algunos se llevan las manos a la cabeza. Ni se lo creen. 35 minutos para el éxtasis. «Cómeme el rabo, Del Nido cómeme el rabo», canta el campo entero. Será el hit de la noche.

Segunda parte. Repuestas las fuerzas, nuevos bríos. Que no decaiga. Mejuto enerva a la grada perdonando la segunda amarilla a Navas y sancionando seguidamente a Amorebieta. El Sevilla busca meterse en la eliminatoria y provoca algún susto, seguido de un suspiro colectivo de alivio. Son los peores momentos. Falta media hora.

Caparrós mueve ficha. Toquero, titular el sábado, se va como un héroe. El reloj avanza muy despacio y el campo se inclina hacia la portería rojiblanca. Javi Martínez, un titán, sale del campo. Vélez tiene la puntilla en una contra, para Palop. San Mamés bota. Se acaricia el pase. Final, final, final. Invasión del campo. La locura. Nadie quiere marcharse. Los jugadores salen al palco para saludar. «Athletic, Athletic, Athletic...». La piel de gallina. El 13 de mayo nos vemos. En Valencia, o donde haga falta. «Oe, oe, oe, oe...».

 

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