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«Gran parte del aire de mala calidad no está fuera, sino en el interior»

Víctor DEL CAMPO

Experto en calidad de aire interior de edificios

El área de calidad de aire interior y ventilación del grupo ENEDI (Energía de Edificación) de la Escuela Superior de Ingeniería de la UPV-EHU en Bilbo analizó en su día el aire en aulas de Educación Primaria; ahora, lo hace en las de 0 a 2 años. Su responsable alerta sobre la falta de ventilación.

Joseba VIVANCO |

Las estadísticas indican que los hombres y mujeres occidentales nos pasamos alrededor del 95% del tiempo en interiores, sea en la casa, el trabajo, el metro, el cine, el bar... Ya en los años noventa algunos investigadores empezaron a alertar sobre la calidad de ese aire que respiramos en estos lugares.

¿Somos conscientes de la calidad del aire que respiramos en lugares cerrados?

La OMS, en el año 2000, tipificó la Calidad de Aire Interior como un derecho desde el punto de vista de la salud. En países como Portugal o Canadá, por ejemplo, se ha reconocido como tal. Nosotros todavía estamos muy lejos porque la población en general desconoce esta temática y no tiene conciencia de la problemática que supone una mala calidad del aire. La mayoría piensa que el aire de mala calidad está fuera, en la calle, y no se da cuenta de que gran parte de esa contaminación está dentro de los edificios.

¿Qué elementos analizan para establecer esa calidad?

Se evalúa a partir de dos casuísticas: por un lado, el porcentaje superior al 20% de personas que manifiestan alguna sintomatología del Síndrome de Edificio Enfermo; por otro, la evaluación de las concentraciones ambientales de diversos contaminantes tanto químicos como biológicos. Otro factor a tener en cuenta es la ventilación, que puede potenciar ambos.

¿Y qué contaminantes encontramos en ese aire interior?

Variados. Están los contaminantes microbiológicos, como hongos, bacterias, suciedad; están los contaminantes químicos procedentes del aire exterior; la contaminación causada por materiales de construcción como pinturas, barnices, colas, etc; los ruidos y los campos electromagnéticos. Pero uno de los factores más importantes es la falta de ventilación.

Vayamos por partes. Ustedes han investigado en el campo de la calidad del aire en las escuelas. ¿Qué lleva el aire que respiran nuestros escolares?

En 2003 realizamos las primeras investigaciones en colegios de primaria del Bajo Nervión y ya concluimos que la ubicación era determinante en el tipo de contaminantes que afectaban a las escuelas. En ambientes industriales detectábamos concentraciones elevadas de compuestos orgánicos volátiles, que no se daban en ambientes rurales, donde, sin embargo, presentaban estacionalmente altísimas tasas de partículas derivadas de la polinización y que afectaban severamente al colectivo asmático. Esto último es la consecuencia del impacto exterior sobre el aire interior.

De cualquier modo, la tipología y materiales constructivos, las instalaciones térmicas, los productos de limpieza, el mobiliario, los materiales didácticos, la actividad física de los escolares... inciden en la calidad de aire que respiran.

¿Y de qué manera les afecta?

Hay numerosa bibliografía científica que demuestra que concentraciones de dióxido de carbono en ambientes interiores por encima de 1200 partes por millón provocan falta de concentración y dificultad del aprendizaje. Estas concentraciones elevadas de dióxido de carbono, procedentes de la actividad metabólica de los escolares, se producen por falta de ventilación. Porque no olvidemos que los humanos respiramos oxígeno y exhalamos CO2, de manera que si el aire no se renueva suficiente, su calidad disminuye.

Asimismo, esta carencia de ventilación entraña que concentraciones de compuestos orgánicos volátiles y partículas alcancen concentraciones de riesgo para la salud referenciadas en la guía de calidad de aire interior de la OMS para Europa. Esta problemática también aumenta el absentismo escolar, que es un factor determinante en el fracaso escolar.

Insiste usted mucho en la ventilación. ¿Eso se arregla con diez minutos con las ventanas abiertas o es más serio?

Nos referimos a otra cosa. No podemos depender de que se abran las ventanas para ventilar en las escuelas, ya que dependería de las condiciones meteorológicas, de la sensación térmica y olfativa del profesor y del ruido exterior entre otros factores.

¿Entonces?

Recientemente, hemos visitado un colegio público holandés y hemos comprobado que la tecnología que ellos aplican para solucionar estos problemas es sumamente interesante. Además de este colegio, tenemos acceso diario vía informática a los parámetros de calidad de aire interior de tres colegios ingleses con un sistema muy parecido al holandés. Como consecuencia de todo ello estamos trabajando en un sistema similar, adaptado a las características de la CAV, que pronto ensayaremos en un laboratorio belga. Las conclusiones se aplicarán tanto a viviendas como a colegios.

Ahora están trabajando ustedes en la calidad del aire de las niñas y niños de 0 a 2 años. ¿Tienen ya datos?

Ha sido una investigación de dos años de duración y actualmente estamos tratando los datos de campo esperando finalizar en el verano. El estudio nos sirve en primer lugar para conocer el estado del aire en la CAV, y en consecuencia establecer las posibles medidas a tomar en función de los resultados, al igual que se realizó en su día en algunos países del norte comentados anteriormente.

¿Y en el caso de las oficinas, qué calidad de aire respiramos?

Si las oficinas no tienen ventilación la problemática sería análoga a las escuelas, lo que ocurre es que en el caso de las oficinas la ley de prevención de riesgos laborares establece niveles de ventilación mínimos a través del Real Decreto sobre Lugares de Trabajo y, en general, están equipadas con sistemas mecánicos de ventilación y una red de conductos asociada, por lo que la ventilación suele ser mejor. En contrapartida, estas instalaciones con conductos suponen un foco de contaminantes importante si el mantenimiento higiénico sanitario no es el adecuado, que es otra problemática actual.

¿Hay algún consejo para que la gente pueda saber la calidad del aire de un recinto cerrado al que acude?

El primer indicador es el olfato, pero éste rápidamente se satura y ya no se percibe. Otros indicadores son el dolor de cabeza, o pesadez mientras se permanece en el edificio, irritación en las mucosas, lagrimeo y otros síntomas que desaparecen una vez abandonado el recinto. Vamos, que si vas a un cine y sales con dolor de cabeza y vuelves a ir al mismo cine y vuelves a salir con dolor de cabeza, empieza a sospechar.

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