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Represión en Nafarroa en 2008, entre el drama y el surrealismo

Leer el anuario sobre la represión en Nafarroa en 2008 que acaba de llegar a diversas librerías no es tarea fácil. Y es que se trata de un libro realista, de imágenes violentas, testimonios crudos y hechos muy poco conocidos en la calle y nada en las instituciones. En él se refleja el alcance cuantitativo, pero también cualitativo, de la persecución a la disidencia política y social en Nafarroa.

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Algunas de las situaciones recogidas en este anuario -como las detenciones y denuncias de torturas- podrían haber ocurrido igualmente en otros puntos de Euskal Herria. Pero algunas otras, no. Por ejemplo, el surrealista episodio del 24 de octubre en Iruñea, cuando la Policía Municipal se incautó de... un caldero de chocolate que Iruñerria Piztera Goaz pretendía repartir entre los niños en un taller de circo. O la imagen del mediodía del 7 de julio, con los uniformados de la Policía española y la comparsa de gigantes y cabezudos cara a cara. O las de cada tarde del 24 de diciembre, con policías municipales hostigando a Olentzero.

No sólo se trata de escenas inéditas en otras partes de Euskal Herria y seguramente del mundo. Tampoco habrían sido imaginables hace unos pocos años en la misma Nafarroa, en la que las barreras de defensa de los derechos civiles básicos se van demoliendo a velocidad de vértigo. La introducción del anuario de 2008 que acaba de publicar Amnistiaren Aldeko Mugimendua lo resume así: «Libertad de manifestación, de expresión, de propaganda, derecho a la participación ciudadana, igualdad de los ciudadanos ante las instituciones... Cosas elementales en una sociedad democrática están en proceso de extinción en Nafarroa desde hace mucho tiempo».

La sucesión de casos esperpénticos -muchos de ellos muy poco conocidos- que se recogen en 160 páginas es abrumadora. Desde la prohibición de colocar una carpa en la calle a los participantes en un congreso sobre el cannabis celebrado en el Baluarte hasta las trabas impuestas al Autobús de la Memoria que recordaba la matanza del 36. Son cosas que hacen que éste sea un libro para reír por no llorar. O para llorar por no reír.

«Zona Especial Navarra»

¿Tiene especificidades la represión en Nafarroa? Floren Aoiz, autor del prólogo, tiene claro que sí. Recoge para ello un término aparecido en el medio de comunicación digital nafarroa.com: «Hay una nueva versión del Plan ZEN, dedicada específicamente a Nafarroa: Zona Especial Navarra. Este plan tendría, dentro del contexto de la estrategia represiva del Estado español, ciertas particularidades directamente relacionadas con el panorama social y político del herrialde. Los hechos dan credibilidad a esta hipótesis».

Con los datos en la mano, Aoiz constata que «alguien ha decidido pisar el pedal de la represión en Nafarroa» y que «esta decisión se ha tomado consciente y voluntariamente, dentro de un plan para asentar la partición y evitar un escenario de cambios. Es una vuelta de tuerca más para atemorizar a la sociedad navarra».

Un ejemplo concreto es el de las trabas especiales al derecho de manifestación en Nafarroa. Muchos lectores habrán oído alguna vez que en localidades del herrialde las FSE obligan a dividir las concentraciones en grupos máximos de 20 personas, o que en el caso de dinámicas de protesta de nivel nacional la movilización de Iruñea deba cele- brarse días más tarde que las de Bilbo o Baiona. ¿Por qué? «Poca gente sabe que la actual legislación sobre el derecho a manifestación está en vigencia desde la dictadura franquista -detalla el anuario-. Es decir, que hoy en día la regulación del derecho de manifestación depende de lo que decidieron durante el franquismo. Una movilización debe ser solicitada con diez días de antelación ante la Delegación del Gobierno. Existe la posibilidad de solicitarla de urgencia con 24 horas de antelación, pero es la delegada del Gobierno quien decide si hay motivos para ello». Y sobra decir cuál es la respuesta oficial habitual.

La represión tiene una cara dura y otra más blanda. En Nafarroa, ésta última es especialmente intensa. Y también creciente. A la abogada Arantza Izurdiaga se le pregunta en este libro si es real la percepción social de que cada día se multa más: «Sí, es cierto. En este ámbito la situación general se caracteriza por ir criminalizando determinado tipo de conductas, todas ligadas a movimientos populares, de tal manera que en muy pocos años hemos pasado de conductas que estaban despenalizadas a ser penadas con multas de 60-90 euros, o ahora ya a castigos que conllevan penas de prisión». La denominada Ordenanza de Conductas Cívicas del Ayuntamiento de Iruñea eleva a 1.500 euros las sanciones por auténticas nimiedades.

Policía Foral y Policía Municipal

La evolución de dos cuerpos como la Policía Municipal de Iruñea y la Policía Foral es subrayada en este repaso a 2008. Las actuaciones de este último cuerpo en Arbizu, Arrosadia o Berriozar fueron muy criticadas. Pero el anuario relata otras situaciones menos conocidas, como ésta: «Concierto Hatortxurock 9, en enero de 2008: Policías forales se colocan a las 7.00 de la mañana en la puerta de acceso al festival con sus cascos, lanzapeloteros y escudos, esperando a que alguien les diga algo para actuar. Los organizadores cierran esa puerta y desvían el gentío, que se retira a casa por otra salida. Los agentes también se colocan en esa salida. ¿Qué buscan? Quizás lo que días antes habían encontrado en Arbizu y lo que meses después lograrían en Berriozar».

Este último caso suscitó un importante revuelo. El anuario recuerda que la Comisión de Personal de la Policía Foral criticó las palabras del consejero de Interior por definir la carga en un concierto como «ordinaria». Los forales habían estrenado allí funciones como retirar pancartas por los presos. Este ha sido el año en que han llevado a la Audiencia Nacional por primera vez a un joven, Hodei Ijurko, acusado de atacar a una patrulla (ha sido condenado a 16 años esta misma semana).

La Policía Municipal, por su parte, batió otro pequeño récord en setiembre con la detención de siete menores de edad a los que acusaban de lanzarles piedras... y es que algunos tenían 13 y 14 años. Ocurrió en San Fermin Txikito. «De muy malos modos, los trasladaron a comisaría, donde algunos fueron fichados. Quedaron en libertad al comprobar que no habían sido ellos», relata el libro. También ha sido la Policía Municipal la impulsora de otra persecución sin parangón en Europa: la que llevará al banquillo a un periodista y un redactor gráfico de GARA por haber informado de una protesta en el interior del Ayuntamiento.

Pequeñas grandes victorias

El anuario no sólo retrata los atropellos, sino que repasa también la lucha de una sociedad en defensa de sus derechos. En este 2008 se han ganado largas batallas como la emprendida en la Txantrea para que sus calles dejaran de homenajear a combatientes franquistas. En Barañain se produjo una intensa movilización en defensa de unas fiestas populares, tras la prohibición de las txosnas por el nuevo alcalde de UPN. En Sartaguda se celebró con multitudes y lágrimas la inauguración del Parque de la Memoria. Y la estela en recuerdo de Germán Rodríguez ha tenido que ser recolocada por el Ayuntamiento, aunque la pelea para exigir justicia por los hechos de 1978 continúe todavía.

Esta es, en resumen, la radiografía de un herrialde que sigue muy vivo pese a todo. El arquitecto Enrike Miranda lo explica «a la navarra», citando una copla tradicional, en una de las colaboraciones: «Qué razón tenía el romano, que nos llamaba bárbaros; 500 años a ostias y aún no somos castellanos».

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