Dwain Chambers, el velocista británico que más ha dado que hablar en los últimos años, batió el récord de Europa de 60 metros en la segunda semifinal de los Europeos de Turín. Sus 6.42 mejoran los 6.45 que el francés Ronald Pognon estableció el 13 de febrero de 2005 en Karlsruhe (Alemania).

El registro es además la tercera mejor marca de todos los tiempos, por detrás del récord del mundo de Maurice Greene (6.39) y de los 6.41 de Andre Cason. Ni la suspensión en 2003 por consumo de esteroides THG, ni el escándalo que supuso su implicación en el affaire de los laboratorios BALCO, ni la inhabilitación de por vida del Comité Olímpico Británico para participar en los Juegos, ni siquiera la enemistad de Sebastian Coe han conseguido apartarle del atletismo en donde con casi 30 años sigue siendo el mejor sprinter europeo.

Lo demostró de nuevo en la pista del Oval Lingotto, donde el londinense partió como un rayo (141 milésimas) y abrió un mundo ante el resto de adversarios. Hoy le espera la final y a partir de mañana el Daily Mail tiene intención de empezar a publicar su autobiografía por capítulos.

Bajo el título «Mi carrera contra mí» en el libro habla de su pasado y admite haber consumido hasta 300 tipos de sustancias prohibidas en un año, con el objetivo de mejorar sus marcas. Turín también ha dado una alegría a Ivan Ukhov. El saltador de altura, nuevo campeón europeo indoor con 2,32 metros, se hizo famoso en setiembre tras presentarse visiblemente ebrio en la reunión de Lausana.

Descartado para el equipo olímpico ruso, abandonado por su novia y su entrenador, ahogó en vodka sus desengaños amorosos y deportivos y la borrachera dio la vuelta al mundo.

Meses después, el ruso se ha convertido en uno de los seis hombres que se ha elevado por encima de los 2,40 metros y constituye la mayor amenaza para el viejo récord del cubano Sotomayor que hace 20 años realizó 2,43 en pista cubierta.