La nueva modificación del proyecto de recrecimiento de Esa tampoco evita las principales afecciones
Más de 222 millones de euros gastará el Gobierno español en construir una nueva presa para aumentar la capacidad del embalse de Esa. Se trata de una obra que varios pueblos afectados ven innecesaria e incluso peligrosa, y cuyas afecciones persisten a pesar de las modificaciones introducidas.
Iñaki VIGOR
El nuevo proyecto para el recrecimiento del embalse de Esa contempla rebajar la cota de la presa desde los 520 metros sobre el nivel del mar hasta un máximo de 511. Ello implica que la capacidad del futuro vaso será de 1.079 hectómetros cúbicos, frente a los 1.400 previstos en proyectos anteriores. Aun así, supone más del doble de la capacidad actual, que es de 447 hectómetros cúbicos. La superficie que inundará la lámina de agua también disminuirá en 824 hectáreas, pasando de las 4.408 previstas en proyectos anteriores a las 3.584 del actual.
Pero las modificaciones introducidas por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) no han contentado a los vecinos de los pueblos afectados por esta gran obra. «Las afecciones de tipo social y ecológico de este tercer proyecto son muy similares a las que tenían los anteriores, y los que vivimos aguas abajo de la presa seguimos convencidos de que este embalse es inseguro». Así lo afirma Pablo Zia en nombre de la plataforma «Yesa no, vida sí», que ha conseguido sensibilizar y movilizar a buena parte de los vecinos de Zangoza en contra del proyecto.
El Gobierno español admite que el nuevo proyecto de recrecimiento de Esa afectará a los municipios de Sigüés, Artieda, Mianos, Undués de Lerda, Urriés, Los Pintanos y Salvatierra de Esca, todos ellos pertenecientes a la provincia de Zaragoza y ubicados aguas arribas del embalse. En cuanto a Nafarroa, la única población que el Ejecutivo español considera afectada es Esa, situada en las inmediaciones de la presa, pero en Zangoza no están de acuerdo. «Quienes impulsan esta obra no pueden admitir que este pantano es inseguro, porque sería como aceptar que toda la ribera del río Aragón, desde Esa hasta el Ebro, está afectada por la peligrosidad que conlleva construir una presa en un terreno inestable. Lo que está ocurriendo en Esa es prácticamente calcado a lo de Itoitz», resume Pablo Zia. Además, aclara que Zangoza no podrá presentar alegaciones contra este proyecto precisamente porque en el documento redactado por la CHE no se considera una localidad afectada.
El temor de la asociación «Yesa no, vida sí» se fundamenta en informes realizados por expertos aragoneses, quienes advierten de las consecuencias que pueden tener los deslizamientos de la ladera izquierda del embalse y las filtraciones en la ladera derecha, cerca de la presa. A este respecto, Pablo Zia recuerda que la CHE tuvo que reconocer el corrimiento de una masa de tierra y rocas de unos 3,5 millones de metros cúbicos, aunque en un primer momento intentó ocultarlo. «Todos los que conocen esa zona saben que en esa ladera ha habido corrimientos y grietas desde siempre, y con las obras se han intensificado», constata Pablo Zia.
A su juicio, «lo único que están haciendo ahora es adecuar el proyecto para poder seguir haciendo negocio, ya que en esta obra van a meter 4,2 millones de metros cúbicos de grava y hormigón y eso supone un negocio gigantesco».
Como posible alternativa al recrecimiento de Esa, defiende la planteada por expertos de la Nueva Cultura del Agua, que consiste en construir ocho pequeños pantanos en las zonas del río Aragón donde realmente se necesitan. «Además de que resultarían muchísimo más baratos -explica Zia-, tendrían menores afecciones ecológicas y sociales y no implicarían riesgos para la población. Entre todos ellos, junto con el actual embalse de Esa, alcanzarían la misma capacidad que el nuevo proyecto prevé para Esa una vez construida la nueva presa».
«Es una aberración económica»
«Esto es una aberración económica». Así de rotundo lo afirma, por su parte, la asociación Río Aragón, al tiempo que se muestra convencida de que la cifra de 222,6 millones de euros que ahora pretenden invertir las instituciones públicas «no se quedará ahí», sino que todavía aumentará más antes de que las hipotéticas obras estén finalizadas.
A la espera de conocer la documentación completa del nuevo proyecto para presentar alegaciones, Río Aragón adelanta que pedirá el descarte definitivo de esta obra, y anima a vecinos y colectivos de la comarca afectada a presentar alegaciones. Esta asociación se reafirma en que el recrecimiento del embalse de Esa es un proyecto «peligroso, como se ha demostrado con los problemas geológicos de sus laderas». Además, insiste en que es «innecesario», porque los supuestos usos de abastecimiento y regadío ya están cubiertos o se podrían cubrir con la puesta en marcha de balsas de regulación.
También el Ayuntamiento de Artieda, uno de los más activos en la oposición al recrecimiento de Esa, está esperando a conocer la documentación oficial para presentar alegaciones a este polémico proyecto.
En la actualidad, el embalse de Esa es, junto al de Itoitz, el de mayor capacidad de Nafarroa. Casi todas las tierras inundadas pertenecen a Aragón, pero la presa se encuentra en territorio navarro. Se trata de un muro construido en 1959, junto al que se va a levantar otro de 108 metros de altura sobre cimientos.
El proyecto inicial contemplaba que esta enorme pared alcanzase los 116,7 metros, pero las modificaciones ahora introducidas han rebajado 8,70 metros. Lo que no ha variado es el temor de los vecinos que viven aguas abajo de la presa, ya que un desprendimiento de la ladera izquierda tendría consecuencias catastróficas entre la población.