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Primera derrota casera de la segunda vuelta

La cruda realidad golpea de nuevo

Los rojillos no respondieron al nivel de exigencia que el trascendental partido ante el Sporting tenía y, con un juego paupérrimo, especialmente en la segunda parte, volvieron a sucumbir en El Sadar después de haber cosechado tres victorias consecutivas locales.

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Natxo MATXIN | IRUÑEA

El Sporting acabó de cuajo con la racha encadenada en la segunda vuelta. El problema no fue sólo que en apenas veinte minutos los de Preciado -el técnico cántabro ya ganó en su última visita a El Sadar- hubieran encarrilado un trascendental partido, sino que Osasuna se mostró incapaz de estar a la altura de lo que la cita reclamaba.

Ni en defensa ni en ataque. El flanco derecho de la zaga local fue un coladero hasta llevar al desquicie de un Camacho que no citó en su convocatoria al único lateral que quedaba disponible, Tiago, y que optó por el experimento de colocar en el lateral diestro a Juanfran en la última media hora ante el continuado despropósito de Javier Flaño. Y en el aspecto ofensivo, cero patatero. Una segunda parte inmaculada... de ocasiones. La más clara, un disparo de Monreal desde lejos y muy desviado.

Con ese bagaje, el descalabro estaba servido. El nivel de juego rojillo venía describiendo una curva descendente desde, por lo menos, dos jornadas atrás -ante Numancia y Racing- y era cuestión de tiempo que, si no variaba esa dinámica, el desastre acabara llegando. Lo hizo ante un rival directo del que ahora le separan dos partidos, si tenemos en cuenta el gol average desfavorable.

El envite sirvió, además, para restar crédito a las matemáticas. Ambas escuadras invirtieron sus trayectorias, la de Osasuna sin conocer la derrota en los últimos seis encuentros, y la del conjunto asturiano, que había hincado la rodilla en sus cuatro últimos partidos.

Al final, la decisiva diferencia que propició el que los puntos volaran hasta Mareo es que los visitantes supieron aclimatarse al rumbo que el choque fue adquiriendo a medida que pasaban los minutos. Junto a su tempranera pegada, el Sporting superó sus iniciales temores atrás y se consolidó de manera notable toda vez que recibió los pertinentes consejos de su técnico tras el paso por vestuarios.

Todo lo contrario que un Osasuna que paradójicamente no se descompuso al encajar los goles, que siguió buscando la portería rival hasta perforarla con un penalti -debió costarle la expulsión a Barral- y que se marchó al descanso con la idea instalada en la grada de que podía haber remontada.

Ni presión ni mordiente

Impresión errónea. Lejos de imprimir el ritmo que requería el vital compromiso, los rojillos deambularon por el césped durante una segunda mitad que deberán repasar en la sesión de video para que no se repita. Faltaron presión y mordiente, dos aspectos esenciales en un equipo que se juega la vida, amén de coordinación y sosiego.

No hay tiempo para lamer las heridas. Betis y Espanyol, otros dos metidos en la pomada, esperan en las siguientes jornadas. Y a Osasuna no le queda mucho margen de error. Sendos tropiezos serían demasiado insoportables.

 

Camacho: «No me ha gustado todo el tiempo que hemos perdido protestando»

Lógicamente no podía estar contento con el rendimiento de los suyos. El técnico rojillo, José Antonio Camacho, se quejó amargamente de la actitud de sus hombres. «No me ha gustado el mucho tiempo que hemos invertido en protestar durante la primera parte y se lo he dicho en el descanso. Esa dinámica le favorecía al rival, que iba por delante en el marcador», recalcó. Al menos en ese primer periodo, el equipo dio la cara, cosa que no ocurrió tras el paso por vestuarios. «Hemos empujado, pero sin un sentido claro, con mucha precipitación. Dispusimos de un montón de centros al área, pero los realizamos sin malicia, enviando los balones a la olla sin más», criticó. El preparador murciano había calificado, a lo largo de la semana, de «final» el choque contra los asturianos, pero tras sucumbir estrepitosamente, matizó que «todavía quedan otras doce finales», aunque sí reconoció que en esos comprometidos encuentros «tendremos que salir con otra mentalidad y agresividad». «A mi juicio, la clave ha estado en el comienzo del partido, en el primer cuarto de hora. Los dos equipos hemos dispuesto de ocasiones claras, pero ha sido el Sporting quien ha acertado a materializarlas», valoró el míster osasunista como la «clave» de la posterior derrota. Por su parte, su homólogo en el banquillo sportingista, Manolo Preciado, volvió a deshacerse en halagos hacia la escuadra navarra cada vez que visita Iruñea, hasta el punto que le deseó suerte a la conclusión de su comparecencia. «Ni Osasuna ha descendido ni el Sporting se ha salvado. Tenía mucha dificultad jugar aquí y hemos combatido con sus mismas armas», indicó el técnico visitante en la rueda de prensa post-partido. N.M.

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