Astudillo, todo un superviviente en albiazul
Nadie podría imaginar aquel 10 de julio del 77 que ese niño que nació en Mendoza iba a convertirse en el hombre récord de un equipo que ni siquiera conseguirían localizar en el mapa futbolístico. 31 años después, Martín Astudillo ha jugado 300 partidos en un Alavés en el que parece imposible tener continuidad.
Jon ORMAZABAL
Los 300 partidos que El Pulpo Martín Astudillo cumplió el sábado pasado en Las Palmas suponen un récord no ya sólo por el hecho de que es, con bastante diferencia, el jugador que más veces ha vestido la elástica albiazul en sus más de ochenta años de historia, sino porque lo hizo en una época de este club en la que es el único integrante de la actual plantilla que lleva más de dos temporadas en la entidad. En definitiva, estos diez años como albiazul han convertido al capitán en todo un superviviente en albiazul, que ha conocido un ascenso y dos descensos, que pudo disfrutar con una final histórica como la de Dortmund, pero que también ha sufrido la época más negativa de la historia del club. De hecho, es uno de los pocos trabajadores del club que sigue dentro tras el huracán Piterman.
Martín Astudillo aterrizó en Gasteiz en julio de 1999, como refuerzo para un equipo que militaba en Primera División a las órdenes de Mané. Su estreno con el Alavés fue un 22 de agosto de 1999 en el estadio de Riazor en A Coruña, con derrota por 4-1. «Decidí arriesgar para venir a Europa y para mí fue un privilegio dar ese salto. A Vitoria llegué siendo un joven de 21 años y en esta década, gracias al Alavés y a la ciudad, me he podido formar como jugador, persona y sentirme un vitoriano más, hasta el punto de que mis dos hijos han nacido aquí», ha explicado.
tiempos de bonanza
A pesar de que una grave lesión de rodilla lo mantuviera varios meses fuera de los terrenos de juego, Astudillo se acopló perfectamente a un equipo en pleno crecimiento y llegó incluso a despertar el interés de equipos importantes como el Valencia, gracias a unas primeras temporadas en las que además de su trabajo en el centro del campo, vio puerta con facilidad. «Fue increíble jugar dos veces la Copa de la UEFA. Para un equipo humilde llegar a la final y perderla con un gol en propia puerta es algo que no se olvida. Fue una derrota de las que duelen en el corazón y no se olvidan. Pasarán los años y seguiré contando esta historia a mis nietos», reconoce el de Mendoza.
«Uno de los éxitos del Alavés siempre ha sido el vestuario, donde el compañerismo y respeto se han convertido en las normas de funcionamiento para formar un buen grupo humano», apunta a la hora de destacar otro de los aspectos más positivos de su estancia en Gasteiz.
Pero como sucede en todos los aspectos de la vida, Astudillo también ha tenido que ver la otra cara del fútbol, como el descenso de la temporada 2002-2003 y el trienio de Dmitry Piterman al frente del club. «Los técnicos que le eran fieles seguían su dictado, y en cambio los que le plantaban cara y no se dejaban manejar eran despedidos», recuerda Astudillo de una época especialmente dura y que ha marcado a todos aquellos a los que les tocó vivirla en primera persona.
Al margen de los tres presidentes que ha conocido en su década como albiazul, cada uno con su estilo muy diferente, Astudillo ha visto desfilar a numerosos entrenadores, siendo imprescindible en los esquemas de casi todos. Tan sólo Pepe Mel le relegó algunos partidos a la suplencia. A la hora de enjuiciar la tarea de todos los entrenadores, Astudillo resalta «la profesionalidad y ganas de hacer las cosas bien de Mané, Pepe Mel, José María Salmerón y Josu Uribe, aunque de todos se aprende a sacar aspectos positivos y a mejorar».
La temporada pasada fue muy especial para Astudillo, ya que La ley Concursal y su elevada ficha -tiene contrato hasta 2011- hicieron que el Alavés lo cediera a Osasuna en el mercado de invierno, con lo que volvió a jugar en Primera División, aunque con la angustia de evitar el descenso, algo muy similar a lo que tuvieron que sufrir los compañeros que se quedaron en Gasteiz.
Las dos aventuras tuvieron final feliz y le toca luchar por el mismo objetivo en el Alavés «en un año importante a nivel deportivo y social para el club. Tenemos que tener la moral alta y superar las adversidades para lograr culminar un año donde todo nos salga bien y cumplamos el objetivo».