Angel Alkalde Linares | Euskal preso politiko ohia
Elegir lehendakari
Se pueden condenar el alzamiento militar fascista del 36 y la dictadura franquista, el GAL, la represión en las cárceles, las torturas, las acciones de ETA... pero la realidad nos ha dicho y nos sigue diciendo que eso sólo no sirve para avanzar en la solución del conflicto
No deberían tener problemas para elegir al próximo lehendakari, hay varias combinaciones y todas ellas podrían ser legitimas, pero de nuevo se mantiene el déficit democrático, puesto que se ha dejado fuera a la izquierda abertzale, ilegalizada, perseguida, encarcelada...
Cuesta creer esta inquisición en forma de GAL jurídico y el silencio cómplice del resto de fuerzas políticas, cuando en estas circunstancias lo correcto habría sido solicitar la suspensión de las elecciones hasta que desaparezca todo tipo de vetos. Y a partir de ese momento hacer una reflexión en profundidad de la realidad actual, pues van pasando legislaturas y los problemas de fondo siguen sin resolverse.
La vulneración sistemática y permanente de los derechos de las presas y presos políticos y sus familiares, puesto que las presas y presos, privados de libertad, no tienen que sufrir ningún castigo añadido, ni ellos ni los familiares. La dispersión ha generado un caldo de cultivo que da legitimidad a la represión y a la vulneración de sus derechos.
Siguiendo con las asignaturas pendientes, no puedo dejar de mencionar la carencia en materia de vivienda de alquiler, muy especialmente para los jóvenes.
La falta de una planificación eficaz para proteger los derechos de la mujer en todos los ámbitos: laboral, violencia de genero... porque este pasado 8 de marzo ha quedado de manifiesto en diferentes manifestaciones que los problemas fundamentales siguen anclados el pasado y sin resolverse. ¡Asignatura pendiente!
La crisis y sus consecuencias precisan de medidas serias para frenar en la medida de lo posible los problemas laborales, sociales... a través de fórmulas acordadas entre sindicatos, patronal, agentes sociales, etc., eliminando la corrupción e invirtiendo parte de los beneficios de tantos años.
En cuanto al medio ambiente, seguimos sin hacer frente con medidas eficaces a la gravísima y permanente degradación de nuestra tierra. Y este apartado es lo suficientemente importante como para reflexionar y corregir la política llevada hasta hoy.
Otro suspenso para los políticos en la poca o nula implicación de las instituciones contra las invasiones de Irak, Palestina, etc., a las que no se les ha dado un tratamiento acorde a la gravedad de lo que allí acontece.
Y quiero terminar con el tema más grave que, como los anteriores, sigue no sólo sin resolverse, sino agravándose y alejándose de lo que debería ser una solución democrática para la definitiva resolución del conflicto político.
Seguramente hay cientos de opiniones, pero ahora como en el 36, en el 75 o en el 98, o en 2006-2007, el problema de fondo sigue siendo el mismo, la falta de libertades para poder desarrollar un proceso de diálogo, negociación y, por supuesto, decisión. Se debe de descartar todo aquello que no sirve para avanzar, sobre todo cuando se torpedea la línea de flotación una y otra vez a cada intento de avanzar hacia la solución del conflicto. Por ejemplo, apelar a las inútiles condenas, con lo que se oculta la falta de voluntad.
Hay que romper barreras y evitar recetas del pasado. Se pueden condenar el alzamiento militar fascista del 36 y la dictadura franquista, el BVE, el GAL, la represión en las cárceles, la prolongación de condenas, las torturas, las acciones de ETA, etc. Por supuesto que se puede hacer, pero la realidad nos ha dicho y nos sigue diciendo que eso sólo no sirve para avanzar en la solución del conflicto.
Los responsables políticos deben ser conscientes de que en estos 30 años no se le ha cogido al toro por los cuernos como se debería para abordar el conflicto dentro de los parámetros precisos. Hay que descartar los elementos negativos que no sirven y, por el contrario, potenciar todo lo que vaya encaminado a dar respuesta y solución a éstos y otros problemas que lógicamente deberán contribuir a mejorar la ya maltrecha convivencia que padecemos. Supongo que esto merece una reflexión.
El futuro lehendakari sigue teniendo una asignatura pendiente. Si sigue apostando por la represión, será la prolongación del conflicto y del sufrimiento, y en esa línea la convivencia puede ser uno de los problemas más graves en las próximas décadas.
Las cartas sin marcar están encima de la mesa. El futuro lehendakari y los representantes políticos aún tienen la oportunidad de cambiar el rumbo.