«Treinta trabajadores han sido asesinados desde que empezamos hace 16 años»
Trabajador de «Azadiya Welat» desde sus comienzos, Yasar Eroglu, que ocupa el cargo de editor jefe, describe para GARA el desafío que supone publicar un diario en lengua kurda bajo la amenaza constante de las autoridades de Ankara.
Karlos ZURUTUZA | DIYARBAKIR
Los trabajadores de «Azadiya Welat» se exponen a la detención, la tortura, e incluso la muerte. A pesar de todo, el único periódico en lengua kurda de Turquía sigue estando en los kioscos cada mañana
Diyarbakir, ocho de la mañana. Los trabajadores del periódico kurdo «Azadiya Welat» («Pueblo Libre»), se van dejando caer por la redacción, sita justo encima del Kurdi Der, el Instituto Kurdo. Como todos los días, quince retratos colgados en la pared les dan la bienvenida.
No se trata de un reconocimiento de corte soviético a los «mejores trabajadores del mes». Por otra parte, la juventud de la mayoría de ellos los descarta como antiguos colegas ya jubilados. Sehiden Çapenemiya Azad: «Los mártires de la prensa libre», reza un eslogan en letras rojas sobre fondo verde. Son quince de los 30 trabajadores muertos desde que este medio iniciara su singladura hace 16 años. Y es que nunca ha sido fácil decirse kurdo en Turquía y, aparentemente, aún menos escribirlo en la propia lengua.
«Toda esta gente ha sido asesinada pero nunca se ha encontrado a ningún culpable, nunca se ha abierto ninguna causa», afirma el redactor Omar en torno la primera taza de té del día.
Al igual que éste, todos aquí son conscientes de que cualquiera de ellos es susceptible de acabar retratado a la entrada el periódico. ¿Una profesión de riesgo? Sin duda, pero con la diferencia de que el escaso salario de sus trabajadores dista mucho de ofrecer ningún tipo de plus de peligrosidad.
«Cobramos según la situación personal de cada uno: 500 liras turcas -aproximadamente 300 euros- los casados y 400 los solteros», apunta Hediye, traductora del diario. «El sueldo es casi simbólico, pero es la única manera de que el proyecto sea viable», continúa, y añade que incluso uno de ellos nunca acepta más de 200 liras por tener una situación económica «algo más desahogada».
El equipo de redacción se reúne como cada jornada alrededor de una mesa para concretar los temas del día. El inminente Newroz (fiesta nacional kurda), las próximas elecciones locales el 29 de este mes o los bombardeos periódicos pero siempre indiscriminados en las montañas Kandil en el sur de Kurdistán coparán a buen seguro la portada del diario mañana.
También hay otras noticias de corte más amable como la de esa marcha en bicicleta organizada por los kurdos en Amsterdam o una entrevista a Sivan Perwer, el paladín de la canción kurda. Tampoco faltarán el horóscopo, que en su lengua se dice sterka we, ni los pasatiempos.
¿Cuál es la historia de su periódico?
Hace 16 años empezamos con «Welat». Más adelante, Ankara lo ilegalizó por presuntos vínculos con el PKK y nació «Welat Eme». Después vino «Azadiya Welat», luego «Denge Welat», «Welat», y hoy volvemos a ser «Azadiya Welat». El periódico fue publicado semanalmente durante catorce años, y en 2006, pasó a ser diario. Prohibir toda publicación en kurdo es una costumbre muy turca. A pesar de las dificultades, de momento, seguimos cumpliendo nuestro objetivo principal: ofrecer información veraz a nuestro pueblo en su propia lengua.
¿Con qué medios de financiación cuenta su publicación?
Nuestra tirada es de 2.000 ejemplares y el dinero llega casi exclusivamente de las ventas del periódico. Evidentemente, no disfrutamos de ninguna de las subvenciones que reciben nuestros colegas turcos. Sólo contamos con un poco de publicidad, unos pocos anuncios en fechas señaladas como el Newroz. Nuestro responsable de publicidad realiza numerosas visitas a clientes potenciales pero la Policía le sigue allí donde va. Si éste entra en un comercio, la Policía lo hace a continuación para advertir al vendedor del riesgo que corre al publicar un anuncio en nuestro periódico.
Pero el riesgo más real es el que corren ustedes, ¿no es cierto?
Treinta trabajadores han sido asesinados desde que empezamos y las detenciones a nuestros trabajadores se suceden a menudo. Sin ir más lejos, dos de los nuestros están arrestados e incluso los trabajadores de la compañía que reparte el periódico están amenazados. Todos sabemos que es un trabajo peligroso.
¿Se han denunciado torturas en alguna ocasión?
Al principio torturaban a todo aquel que cogían, parlamentarios incluidos, pero no ahora. Cuando arrestaron a Emine Demir, nuestro director, no le torturaron porque sabían que lo contaría todo con detalle nada más quedar libre. De esta manera, quieren hacer creer a la opinión pública que en las cárceles turcas no existe la tortura.
¿Tienen acceso los presos kurdos a su periódico?
Los periódicos están prohibidos en las prisiones. La única manera de conseguir uno es mediante sobornos a los guardias.
¿Ve usted la sombra de Ergenekon detrás de los atentados sufridos por su gente?
En 1996, Mehmet Agad del DYP tuvo un accidente de coche. Mussa Anter y Hussein Deniz también sufrieron accidentes pero nadie fue perseguido. Estos dos casos y muchos otros se han destapado durante el juicio Ergenekon. Algunas de las familias han pedido que se abra una investigación pero el Gobierno se ha negado hasta ahora.
¿No tiene usted miedo?
Hace pocos días pusieron una bomba en un parque. Murió un niño de seis meses. En Diyarbakir muere gente todos los años en circunstancias que nunca son aclaradas. Lo que quiero decir es que nadie está a salvo, no somos únicamente los periodistas los que estamos amenazados. Sabemos cuáles son los riesgos pero nuestro objetivo está por encima de ellos. Nuestra labor es muy importante y creo sinceramente que nuestros 30 muertos valen por 2.000, por la gran labor que llevaron a cabo.