Beneficios millonarios, empleo precario
La intervención de Francisco González, presidente del BBVA, en la Junta General de Accionistas celebrada en el Palacio Euskalduna de Bilbo, centró ayer buena parte de la atención informativa. Y González no defraudó. En su discurso dejó bien claro que la crisis será «larga y dura», e hizo un llamamiento para forjar lo que denominó un «gran acuerdo» político, económico y social para hacerle frente. No obstante, también marcó con claridad cuáles son las condiciones que pone la clase a la que representa de cara a fomentar ese pacto y que no son otras que las que definen al neoliberalismo. «Se debe respetar el libre comercio y la competencia del mercado; el sistema está vivo, aunque se debe ajustar», aseguró, mientras abogaba por abandonar a su suerte a los más débiles: «Mantener en pie mediante ayudas públicas a una entidad irremediablemente dañada afecta negativamente al funcionamiento del sistema».
En esa misma lógica de capitalismo feroz ubicó la cerrada defensa de los astronómicos sueldos que se siguen embolsando los altos directivos del banco: «Seremos de los poquísimos que cobren bonus este año, pero también hemos sido de los pocos que hemos salvado a su banco». González cobra 20,34 millones de euros anuales, y el consejero delegado, José Ignacio Goirigolzarri, 16 millones. Un baño de oro que roza lo obsceno cuando se compara con los contenidos del denominado Plan de Innovación y Transformación del banco, que supondrá que algunos trabajadores ligados a la entidad cobren apenas 600 euros mensuales, tal y como denunciaron ayer los sindicatos ELA, LAB y CGT, que se concentraron, no sin dificultades por la presencia de la Ertzaintza, en el exterior del Palacio Euskalduna.
El BBVA repite de forma mimética las pautas con las que se está conduciendo la patronal en esta crisis. Mientras apuestan por la destrucción y precarización del empleo con el único objetivo de mantener sus elevados niveles de beneficio económico, no tienen empacho en seguir llenando sus bolsillos y exigir a los trabajadores que vacíen los suyos para salvar el sistema.