Los criminales mantienen una dignidad formal que resulta tan ofensiva como sus acciones. El archivador azul con el que se cubría la cara Josef Fritzl, el monstruo que se ha confesado autor de varios de los crímenes de los que se le acusa pero que ha negado otros, como el de asesinato de uno de los siete hijos concebidos en ese sótano violando constantemente a su propia hija. En términos católicos españoles este tal Josef es un buen hombre ya que cuida tanto a sus hijos-nietos como otros a los linces y jamás se le ocurrió hacer abortar a su maltratada y secuestrada hija de sus incestuosos hijos. De Rouco, al menos, ya tiene el perdón. Mantiene con el uso del archivador una actitud de divo, pero seguirle en sus declaraciones es asistir a una evacuación de despojos de humanidad. Este caso hiere la sensibilidad de cualquiera.

Las declaraciones se cambian según conveniencia y no solamente en las instancias donde acuden los fontaneros del los partidos, en este caso del aznarismo más engominado, sino que de nuevo Marta del Castillo se convierte en titular de los medios, en apertura de los noticiarios televisivos por un cambio de declaración del supuesto, y aquí si que se debe subrayar lo de supuesto, homicida o asesino, por mucho que nos digan que ha confesado. Huele todo demasiado mal, la importancia dada a este caso, cuando mueren las mujeres con mucha profusión, cuando la violencia de género no disminuye, cuando suceden tantas cosas de la misma categoría, le llevan a uno a la sospecha y a la incapacidad para descifrar, todavía hoy, la imagen del sofá entre el padre de esa adolescente, protagonista por solicitar la cadena perpetua y ZP. Algo no cuadra. Algún archivador se ha perdido.

El que ha perdido hasta el transportador de datos es Antonio, que quiere pactar con Pachi el que «ETB no esté gobernada por HB». Yo creo que como ve que hablan en euskera en un canal, se piensa que eso es el síntoma definitivo. Hasta ahí ha llegado el cauce del despiste. Desde luego como plan de gobierno, es una buena medida de cambio. Urdaci abandona a «El Pocero» y se viene a salvar a las vascongadas de jefe de informativos. Esto se pone divertido.