CRíTICA cine
«RAF: Facción del Ejército Rojo»
Mikel INSAUSTI
La única y decisiva subjetividad que maneja “RAF: Facción del Ejército Rojo” es la relativa a la recreación de los personajes reales, convertidos en una burda caricatura de los mismos, a la manera de los controvertidos retratos de famosos llevados a cabo por Oliver Stone. De esta forma es muy difícil tomarse en serio a Andreas Baader, Ulrike Meinhof y el resto de sus compañeros, sometidos todos ellos a la desfiguración de los estereotipos de los años 60 y 70, como si las protestas estudiantiles y la actitud del rock fueran, en términos generacionales, exactamente la misma cosa. En consecuencia, la guerrilla urbana aparece reducida a las aventuras de un grupo de burguesitos jugando a la revolución, que, cuando no consiguen sus objetivos o lo que ellos quieren, se suicidan. Y, digo esto, porque Uli Edel se lava las manos en todo lo concerniente al proceso de Stammheim y su cierre en falso, sin aclarar mínimamente los crímenes de Estado.