CRíTICA teatro
Corcheas para el amor y la soledad
Carlos GIL
En la memoria de una joven una historia alambicada presidida por la música de un piano y una voz de mujer que canta con calidad y calidez que sucede en un club heredado. El humo, las botellas vacías y rellenadas con mensajes de aquellas mujeres que en ese lugar han pasado noches, llorado ausencias, soñado encuentros, desencuentros y han dejado tirones de su vida. Mujeres visualizadas, reconocibles, cercanas o inaprensibles, hilvanadas por una dramaturgia circunstancial que intenta dar coherencia a unos textos de muchas manos, lo que compromete la unidad, aunque desde la dirección se incide en esa búsqueda de un denominador común que se traza, precisamente, en la banda musical, en el espacio sonoro de Iñaki Salvador con Ainara Ortega que le dotan de una personalidad incuestionable.
Fuera de esta pretendida unificación viven los personajes, todos interrelacionados, en ocasiones de manera asumible y otras de una forma demasiado traída por los pelos. El amor, el destino, la voluntad, los deseos y la soledad, una letra para un blues que se transforma en bolero desgarrado. Las historias se suceden, abiertas o cerradas, con un tono tragicómico o melodramático, para acabar en casi lo farsesco que es cuando encuentra la complicidad de la platea. El espacio escénico arropa, la iluminación subraya, ambienta, para que las actrices metabolicen textos de tan diferente entidad que provocan alteraciones en la actuación. Sutil y delicado, pero decidido tratamiento de los asuntos de género.
Obra: «El club de las mujeres invisibles», de Vaivén Producciones.
Intérp.: Ainara Ortega, Ana Pimenta, Vito Rogado, Dorleta Urretabizkaia, Iñaki Salvador.
Fecha y lugar: Teatro Principal (Donostia), 20-03-09.