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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Gobernar desde una redacción

La tentación de gobernar sin pasar por las urnas es demasiado golosa como para que Pedro J. Ramírez no cayera en ella. Lo hace con frecuencia desde las páginas de «El Mundo». De ahí parten instrucciones, denuncias, señalamientos y hasta sentencias.

Ahora ha iniciado su particular cruzada para decidir qué, cómo y cuándo debe iniciar su acción de gobierno Patxi López. Y ha empezado, como parecía previsible, por las fotografías de presas y presos políticos.

En su editorial de ayer se atribuía el papel protagonista de la retirada de fotos en Arrasate: «La denuncia de «El Mundo» de que la verja de una sucursal bancaria de este municipio era el soporte para exaltar a varios etarras sirvió para que la Audiencia Nacional ordenara acabar de inmediato con esa infamia». A eso se le llama implicarse. Y más aún: «Pues bien, hoy revelamos cinco emplazamientos más, cuatro de ellos en Guipúzcoa». Y detalla los escenarios: Oiartzun, Hernani, Zaldibia... Para más inri, en su alocada carrera al absurdo, Ramírez mete la nariz en casa ajena: «Y en fin, hasta en la propia San Sebastián, gobernada por el PSOE, el escaparate de una tienda exhibe desde hace tiempo un mural con los retratos de 11 presos». Demencial, ¿verdad?

Desde su escaño no votado, Ramírez decide: «ha llegado el momento de poner fin a este tipo de manifestaciones, por despreciables e ilegales. El nuevo Gobierno vasco debe implicarse en la lucha por la deslegitimación social del terrorismo y cortar de raíz este desafío en toda regla de los radicales». Y por si Patxi López no ha entendido bien lo que manda el señorito, se lo repite: «El verdadero cambio en el País Vasco es que no haya más muros de la vergüenza. Junto al relevo en las instituciones debe visualizarse en la calle que la situación ha cambiado (...) este episodio ha demostrado, por otra parte, la utilidad de los medios de comunicación y su contribución a la sociedad. Igual que nuestra tarea de denuncia sirvió para movilizar a la Administración en contra de la rotulación de calles dedicadas a terroristas, y de la misma manera que consiguió que se cumpliera la ley de símbolos y banderas, ahora ha precipitado que las instituciones se tomen en serio los homenajes a terroristas en la vía pública». Es la particular forma de entender el periodismo que tienen algunos.

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