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Colectivo de comerciantes de la Calle Curia Farmacia, El Temple, La Hormiga Atómica, Miu Curianet, La Cabina, Danye y El Monaguillo

El sitio de la calle Curia

Somos muy pocos, apenas ocho comercios, y parece que no los suficientes para hacer presión. Si de nosotros dependiera, ya estaríamos atrincherados en la zanja que taparon antes de Navidad para tender una emboscada al primer coordinador de Proyectos Estratégicos del Ayuntamiento que aparezca por allí. Pero claro, ni él tendrá la culpa de que llevemos ocho meses con la calle sitiada ni habría que recurrir a la violencia pudiendo escribir una carta al periódico. Porque las llamadas de atención y nuestras reiteradas demandas de información o de que, simplemente, nos pasen unas mangueras de agua por las aceras no son atendidas, y creemos que no es pedir mucho.

La resignación, la paciencia y el aguante del acogotado ciudadano tiene un límite, y en el caso de los comerciantes y vecinos de la Curia se ha sobrepasado ya hace tiempo. En julio hará un año que nos abrieron la calle y hoy es el día en el que todavía no se ha hecho nada. Ni siquiera se ha acabado de sacar todos los mosaicos romanos que aparecieron. Mientras se deciden a levantar otra vez este parterre yermo al que llamamos calle, meter las canalizaciones y pavimentar, nos mantienen embobados en una nube de desinformación absoluta, de polvo, de ruido y de hoy te corto la calle aquí, mañana allí. Parece que todavía no tienen claro cómo van a canalizar, no nos dan un plazo aproximado de ejecución, no se nos informa de los planes inmediatos ni de cómo va la obra.

Entre que se ponen de acuerdo y no, los demás aquí seguimos, impotentes, sitiados desde hace casi un año, limpiando nuestra acera, pagando nuestros alquileres y nuestros impuestos e intentando trabajar, pese a todo, en el más absoluto de los olvidos y sin derecho a reclamar ningún tipo de indemnización.

Ellos saben que corresponde a la condición humana esto del conformismo por agotamiento, y constatamos que otra vez nos van a dejar, comercialmente hablando, sin primavera, sin verano y sin otoño. Ya ha tenido que cerrar uno de los pocos establecimientos de la calle, y a nadie parece importarle. Si no fuera tan indignante y tan vergonzoso, podríamos pensar que en el fondo todo esto obedece a un plan urdido desde el Ayuntamiento. Igual el verdadero «Plan Estratégico» consiste en arruinar a todos los que no estamos respaldados por una de esas franquicias que compran los mejores locales, para las que todo son facilidades, que uniformizan las zonas comerciales hasta la naúsea y, sobre todo, que no dan problemas.

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