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X aniversario de la campaña militar de la OTAN en los Balcanes

Ecos de los bombardeos aliados en plena Europa

24 de marzo de 1999. La OTAN inicia su campaña de bombardeos contra objetivos serbios. Diez años después, la apatía de la mayoría de la población serbia contrasta con el intento del Gobierno de Belgrado de revivir aquellos días y con las muestras de gratitud del Ejecutivo de Pristina a los aliados.

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Dabid LAZKANOITURBURU

Todo el mundo temía la amenaza de bombardeos, pero nadie pensaba que tendrían lugar. Cuando escuché por primera vez las sirenas y vi las luces en el cielo, pensé que se trataba de un ejercicio». Así recuerda Igor Marovic, por aquella época estudiante belgradense contrario a Milosevic, el comienzo de los bombardeos de la OTAN contra objetivos serbios, hace diez años.

Los aliados justificaron esta operación, que duró once semanas y que no tenía precedentes en la historia de la Alianza Atlántica, en la necesidad de poner fin a la represión del Gobierno serbio contra la población albanesa de Kosovo.

La familia Llugaxhius, albanesa, recuerda los primeros raids en Pristina, capital de Kosovo. «La tierra tembló. Tras la primera explosión se fueron todas las luces. Entonces le dije a mi mujer: ya no estamos solos en esta batalla. El mundo está con nosotros».

Sin salir de Kosovo, Radoslav Radovic, serbio y habitante del enclave de Mitrovica, califica los bombardeos como una «venganza de Occidente contra la desobediente Serbia, que lo único que hacía era defender su integridad y su territorio».

Estos tres testimonios reproducen con fidelidad las tres principales visiones que perviven actualmente en torno a la campaña militar que comenzó el 24 de marzo de 1999.

La primera, que conjuga la incredulidad por lo ocurrido y una sensación de hastío, era visible ayer en las calles de Belgrado, donde la mayoría de la gente seguía con sus ocupaciones aparentemente ajena a la conmemoración del aniversario, audible con el ulullar de las mismas sirenas que presagiaron los bombardeos hace dos lustros. El sociólogo Vladanko Stosic participa de este clima de opinión: «Kosovo se fue, Milosevic murió en 2006 y nosotros seguimos a la cola de Europa luchando en batallas perdidas en lugar de mirar hacia el futuro», deplora.

Velja Ratkovic, militante liberal, coincide con esta opinión aunque pide que se mantengan para siempre las huellas de los bombardeos en las fachadas que albergaban los centros del poder de Slobodan Milosevic. «Así nos recordarán todo lo que pasó en aquella época, por doloroso que pueda ser».

Flores a los muertos serbios

Idénticas ganas de no olvidar pero con un signo completamente distinto congregaron ayer una manifestación convocada por el todavía pujante movimiento panserbio contra la OTAN en el centro de Belgrado para protestar por la «Guerra de Occidente a Serbia».

Oficialmente principal rival de las organizaciones que hacen de la idea de la «Gran Serbia» su principal leit motiv, el Gobierno pro-occidental de Boris Tadic se sumó a las conmemoraciones realizando actos de homenaje ante los monumentos a las víctimas militares, policiales y civiles de los bombardeos de la OTAN. Según el balance gubernamental, 2.500 civiles, entre ellos 89 menores -muchos de ellos albaneses-, murieron bajo las bombas, a los que habría que sumar los 1.002 miembros del Ejército y la Policía serbios. 12.500 personas resultaron heridas.

La OTAN puso en su punto de mira decenas de objetivos militares y gubernamentales y a infraestructuras civiles (puentes, cruces ferroviarios e instalaciones eléctricas), en un intento de doblegar al régimen de Milosevic, provocando unas pérdidas económicas de 22.000 millones de euros.

En una nueva vuelta de tuerca para intentar forzar el levantamiento popular contra su Gobierno, los aliados no dudaron en atacar viviendas y alcanzaron «por error» a convoyes de refugiados albaneses que huían de la represión serbia, a un autobús, un tren, un hospital... El ataque a la embajada china en Belgrado, presentado como el enésimo «error», fue otra muestra de hasta dónde estaba dispuesta a llegar la OTAN -capitaneada por EEUU- en aquella crisis.

Diez años después, los daños en la infraestructura no han sido totalmente subsanados y se calcula que sigue habiendo 2.500 bombas de fragmentación sin explotar en suelo serbio, con el consiguiente riesgo para la población. Eso sin olvidar la utilización por parte de la OTAN de armamento con uranio empobrecido, con el paralelo riesgo de provocar cánceres, tal y como recuerdan ONG europeas. «El ataque contra nuestro país fue ilegal, contrario al derecho internacional y perpetrado sin una decisión de la ONU», recordaba ayer justamente el primer ministro serbio, Mirko Cvetkovic.

«Los bombardeos aéreos no han resuelto los problemas en Kosovo y no han ayudado a instaurar la paz y el respeto a la ley. Al contrario, provocaron procesos de limpieza étnica, graves violaciones de los derechos del hombre y de la normativa internacional», añadía el jefe del Gobierno serbio.

De limpiezas étnicas

Cvetkovic se refería, sin duda, a la huida de decenas de miles de serbios de Kosovo tras la retirada serbia -a día de hoy sólo residen en el territorio 120.000 serbios- .

Obviaba, en todo caso, la feroz represión y limpieza étnica puesta en marcha por el régimen de Milosevic -cierto es que agravada tras el comienzo de los bombardeos- contra la población albanesa.

Años antes, la población albanesa de Kosovo respondió al creciente hostigamiento serbio a sus aspiraciones apoyando masivamente la lucha armada del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK). Su campaña de atentados y ataques contra la presencia militar y policial serbia en el territorio fue pareja, durante años, con la creciente represión contra la población, de la mano de fuerzas regulares y de avanzadillas formadas por grupos paramilitares.

Matanzas como la de Racak -medio centenar de albaneses masacrados por fuerzas serbias en enero de 1999- forzaron el éxodo de decenas de miles de albaneses, que se convirtieron en centenares de miles al calor de los bombardeos.

Dos horas después del inicio de éstos, unidades especiales serbias asaltaron la casa de los Kelmendi, en el centro de Pristina, llevándose a Bajram, abogado defensor de los derechos humanos, y a sus dos hijos. Sus cuerpos serían hallados en una cuneta.

En la familia de Bequir Mirena, 17 varones de entre 19 y 54 años fueron secuestrados «dentro de un plan para ejecutar en masa a los hombres en edad de empuñar armas».

Los albano-kosovares cifran en miles los muertos por la represión serbia tanto antes como durante los bombardeos aliados.

El ataque de la OTAN «salvó al pueblo de Kosovo se un plan de exterminación cuyo escenario había sido fríamente preparado por los altos círculos políticos y académicos serbios», declaró ayer el presidente de Kosovo, Fatmir Sedjiu. Analistas occidentales coinciden al destacar que los aliados tenían en mente, al ordenar los bombardeos, la vergüenza por su inacción cómplice en torno a la matanza cuatro años antes de 8.000 musulmanes a manos de fuerzas serbias en Srebrenica (Bosnia) e insisten en destacar la negativa del régimen de Milosevic a firmar un acuerdo de paz con los representantes albano-kosovares en las negociaciones de Rambouillet, en los primeros meses de 1999.

Tanto el primer ministro kosovar, Hashim Thaçi, como el principal líder opositor, Ramush Haradinaj -ambos dirigentes de la organización armada UÇK- mostraron ayer su agradecimiento por la intervención aliada.

Una intervención que forzó la salida de Serbia del territorio, su ocupación por tropas aliadas y por una misión de la ONU y, un año después, la derrota electoral de Milosevic y su inmediata entrega a La Haya, donde murió en una celda en 2006 antes de que fuera juzgado por crímenes de guerra.

Diez años después, Serbia sigue sin renunciar a Kosovo, que afronta ya su segundo año tras la declaración de independencia del pasado febrero de 2008. Diez años después, las heridas siguen sin cerrar.

 

KOSOVO Y ONU

El Gobierno de Kosovo recordó que la misión de la ONU que desde 1999 administra el territorio habría cumplido su misión, por lo que pidió ponerle fin lo antes posible. Serbia se niega y cuenta con el veto de Rusia en el Consejo de Seguridad.

RUSIA

El Kremlin criticó con dureza los bombardeos de la OTAN como un acto de agresión contra un Estado soberano y una violación de la legislación internacional. Llamó a «sacar conclusiones que impidan que se repitan hechos similares en un futuro».

ESTADO ESPAÑOL

El portavoz del PSOE en el Congreso, José Antonio Alonso, apoyó la decisión de retirar el contingente de Kosovo. «España no reconoce la independencia de Kosovo, por lo que no tiene sentido permanecer más tiempo allí», aseguró.

LITUANIA

Lituania aprovechó el envío del último contingente militar a Kosovo para anunciar su retirada antes de que termine el año. Lo justificó por la mejora de la seguridad y por la necesidad de concentrar esfuerzos económicos en Afganistán.

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