No es seguridad, sino control social
No es nuevo el debate acerca del concepto de progreso. Para no pocas personas, dicho concepto parece reducirse al estadio tecnológico desarrollado de una sociedad, al margen de que la función de la tecnología sea o no el servicio a los ciudadanos. Lo cierto es que la tecnología sí está al servicio de las élites económicas y políticas. Nadie duda de la bondad de una tecnología avanzada cuya función fuera ayudar a solucionar muchos de los grandes problemas de la humanidad. Pero la realidad muestra otra cara de esa función, defendida con el socorrido argumento de la «seguridad». Ésa parece ser la prioridad de los gobiernos que moldean sus legislaciones supuestamente en aras de una mayor «seguridad» que está por demostrarse, pero que objetivamente restringe la libertad hasta llegar a convertirse en antagonista de la misma. La cada vez mayor supresión de libertades, sin embargo, no implica una mayor seguridad, sino simplemente un mayor control social.
Las muestras de ADN son un elemento que en nombre de la seguridad utilizan los aparatos estatales. En Euskal Herria, las consecuencias de esa utilización son diversas debido a las diferentes legislaciones, pero difícilmente se podrían calificar de positivas. En Ipar Euskal Herria los ciudadanos están obligados por ley a facilitar muestras de ADN que automáticamente pasan a los ficheros policiales, exista o no acusación contra ellos. En Hego Euskal Herria es posible negarse a la toma de muestras genéticas, si bien esa negativa puede ser utilizada como indicio de culpabilidad; por otro lado, las tomas de muestras sin conocimiento de la persona afectada pueden ser utilizadas como pruebas, como ha ocurrido en el caso de varios jóvenes detenidos por la Ertzaintza y posteriormente condenados merced a esas muestras.
Esos y otros avances tecnológicos, en principio positivos y que supuestamente persiguen el bien común, gracias a cambiantes disposiciones legales, racionales pero suficientemente ambiguas, se utilizan a discreción de los aparatos de poder, en muchos casos convirtiendo en norma lo que debería ser excepción.