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Mikel Alonso Arana Arquitecto

2016: ¿Una odisea del despacho...?

El verdadero pensamiento surge cuando nos enfrentamos a nuestros verdaderos problemas desde culturas otras: la de la defensa de los bienes comunes, recursos colectivos dañados por la privatización...

La Oficina 2016, que coordina el Proyecto Cultural de la Candidatura de Donostia como Capital Europea de la Cultura en 2016, «despachó» el pasado día 17, en sesión pública en el Victoria Eugenia, el Mapa de Ideas elaborado tras el «proceso» de aportaciones y reuniones con, al parecer, unas 500 personas en barrios, sectores, consejos asesores, órganos municipales, particulares y asociaciones diversas. Ya el alcalde, en setiembre pasado, llamó a la «movilización general» para la construcción y el triunfo de la Candidatura con todas las frases que continua y machaconamente utiliza con sus equipos en los discursos de autovaloración de la marca Donostia®. Para intentar legitimar la propuesta -el calendario y la competencia con otras 13 ciudades del Estado aprietan-, la Oficina declara que gastará, hasta octubre de 2011, 1.100.000 euros, unos 1.200 al día: tan sólo el coste de una instancia más de la Donostia® como máquina productora de sentido.

¿Es un «viaje» sólo desde el despacho? No, se trata de un entramado comunicativo, que intenta activar y engullir a su propio público, a la comunidad entera, a base de acciones económicas, políticas y culturales: si fuese tan sólo un producto de despacho tendría más dificultad en movilizar las emociones, en ocultar una ciudad cada vez más desigual, con cada vez más gente bajo el umbral de la pobreza, escenificando una ausencia de conflictos.

Tormenta perfecta destinada a apuntalar el zócalo, que se reclama intelectual, de esta iniciativa. ¿Quién puede poner en relación cabal con su vida lo que la Oficina intenta reducir a rasgos de la marca Donostia®, tales como cultura, ciudad educadora, red transfronteriza de ciudades, euskara-diversidad lingüística, Atlántico-ciudad conectada por el mar, derechos humanos-paz-convivencia, medio ambiente-energía, ciudad-espacio social, juventud-intergeneracionalidad, innovación...? Y, paradójicamente, ¿quién puede estar en desacuerdo con lo genérico que los gestores de la marca desgranen de estas fórmulas comercial-comunicativas? Esto es la «movilización total» de la vida por lo obvio, otro evento esencialmente tramposo: casi nada es lo que parece, escamotea lo que realmente importa, que es el sometimiento al poder de la marca, porque, en el fondo, no pasa nada: todo se enreda con todo, la simulación y la banalización lo igualan todo.

Resulta pintoresco que el mismísimo Sr. Zapatero apoye la candidatura de Córdoba y el Banco de Santander la de... Santander. El Sr. Elorza dice que vamos a ganar, y también que lo importante es participar porque sabe que lo significativo es publicitar el asunto, y con el Sr. Innerarity «mira al futuro». Voces más sugerentes, como la de Santi Eraso, quedan muy irreconocibles en el Mapa de Ideas.

Antes de la «idea-fuerza» 2016 y sus «ejes tractores», previsibles, ya tenemos eslogan orweliano: su novela «1984», hace ya 61 años, cuenta que la orden del Partido es «Eres», sustituyendo al tosco «haz o deja de hacer esto o lo otro» totalitario y despótico. «Yo también soy San Sebastián 2016», banderín de enganche de la Oficina, calienta el manido y aburrido patriotismo ciudadano. El pantano de lo «identitario» se intenta drenar con fórmulas como la de ADN transfronterizo y el tatuaje Euskal Hiria.

Una vez más, «participación ciudadana» es otro de los eslóganes. Pero los argumentos discrepantes no son publicitados por la Oficina. Quien asiste a una reunión no sabe realmente lo que se dice en otras, no existe un foro articulado de encuentro y elaboración común, todo el contenido e instancias están controlados desde la cumbre. Dispositivo para detectar a quienes critican la razón misma del evento, oculta, y se previene ante sus argumentos: la referencia a «voces discrepantes» duró 27 segundos en las más de tres horas de teatro en el Victoria Eugenia. La Oficina guarda el registro de las reuniones y, a modo de videovigilancia jatorra, veda su acceso. Su «participar» es otra sala del «laboratorio», otra «ceremonia» exaltante arreglada para legitimar otro despliegue de la ciudad-empresa: reconducir la actual y posible conflictividad social es siempre objetivo del «proceso» (la «paz»). Todo se limita a la expresión de opiniones y preferencias; «expertos y profesionales» de la Oficina y de otras instancias vienen a decir continuamente: «¿Le gusta lo que hacemos por su ciudad y por usted? Éste es el menú, elija y punto».

Intentar, como sea, que vengan más turistas, que se queden más noches y que gasten más justifica cualquier «evento»: para 2013, Refundación de la Ciudad, bicentenario de su destrucción. Despojada de cualquier rasgo de transformación radical de las bases de nuestra sociedad, eso es «refundar», ofrecerá más tematización y museificación de la oferta, con batallitas de figurantes disfrazados con trajes de época en las playas de la Donostia®: entretenimiento y poco más.

El verdadero pensamiento surge cuando nos enfrentamos a nuestros verdaderos problemas desde culturas otras: la de la defensa de los bienes comunes, recursos colectivos dañados por la privatización, incluso del conocimiento y la contaminación; efectiva tutela medioambiental, territorial y patrimonial; derecho a la ciudadanía y renta básica universales; resistencia ante la precarización y privatización de la vida; el uso de la palabra (hitza) sin límites y con garantías, desde las resistencias, en el que el euskara deje de ser sólo una fachada; protección de la población ante la oferta machacona de mundos imaginarios; desmontaje de la gerencialización de la gestión pública: ni instituciones-empresa, ni ciudadanía-cliente; acceso real al uso de la vivienda: operativa pública sobre los pisos vacíos, parque de viviendas de alquiler social. Supresión de la contaminación visual y sonora del espacio público: efectiva protección de la salud mental pública. Declaración de Gipuzkoa como territorio libre de festejos taurinos. Paralización del proceso para el derribo del Bellas Artes: rescate público y adaptación como centro cultural gestionado por el tejido asociativo. Otra cultura de la gestión de los residuos: Ley Vasca de Residuos, acorde a la Iniciativa Legislativa Popular en marcha, sin incineración de recursos: protección real de la salud pública.

Gentes de Europa están por estas otras culturas, capitales en el intento permanente de desactivar el cerebro y terminales del miedo, del HAL-9000, monstruo de mil rostros que nos atenaza.

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