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Crónica | Conflictos en Europa

Los chipriotas han pasado de la esperanza a la desilusión

Ledra está abierta, pero mi casa sigue en `el otro lado', ocupada», suelta Costas Violaris, despechado. Un año después de la inauguración, llena de entusiasmo, de un paso en el corazón de Nicosia, la impaciencia y la duda se han adueñado de la población grecochipriota.

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Guillaume KLEIN France Presse

En la zona tapón de la última capital dividida del mundo, las negociaciones de reunificación continúan celebrándose semanalmente entre el presidente Demetris Christofias y el líder de la República Turca del Norte de Chipre (RTCN, autoproclamada), Mehmet Ali Talat.

Pero la ausencia de avances concretos en seis meses de diálogo y una veintena de citas no han podido mantener el optimismo desatado con motivo de la apertura a los peatones del paso de la calle Ledra -la gran arteria que atraviesa Nicosia- el 3 de abril de 2008.

Según un reciente sondeo, el 68% de los grecochipriotas no perciben que las negociaciones hayan tenido un resultado positivo. Cuatro meses antes, sólo eran el 38%.

A mediados de marzo, el enviado especial de la ONU a Chipre, Alexander Downer, también reclamó paciencia. Pero se trata de una apuesta para Costas Violaris, cuya cafetería Berlín 2, situada junto a la zona tapón, se encuentra junto a una garita pintada de azul y blanco, los colores de la bandera griega.

«¿La apertura de Ledra hace un año? ¡Mi casa familiar sigue en el otro lado! Es verdad que ahora puedo ir allí andando en diez minutos, pero sigue habiendo turcochipriotas dentro», se enerva.

Tras la partición de 1974, 170.000 grecochipriotas huyeron del tercio norte de la isla, ocupada por el Ejército turco, y 45.000 turcochipriotas escaparon de la parte sur. La cuestión de las propiedades expoliadas sigue siendo un tema sensible en las conversaciones.

«Nosotros, los ciudadanos, no sabemos nada de lo que pasa» en la mesa de negociaciones, añade Violaris, quien el año pasado acudió a la ceremonia de reapertura de la calle Ledra.

Sentada en la terraza de un café, Katerina, de 25 años, comparte este sentimiento.

«Lo que nos ha llegado (de las negociaciones), realmente es muy poco. Falta transparencia y si hay progresos, yo no los veo», señala.

Polémicas propiedades

Tras dejar al margen, debido a la falta de acuerdo, algunas cuestiones, entre ellas la de las propiedades, Christofias y Talat tratan actualmente cuestiones europeas. En 2004, en medio del alboroto suscitado por el rechazo de la parte griega al plan de reunificación de la ONU, la isla mediterránea entró dividida en la Unión Europea.

De Europa, Zinaida, que se encuentra sentada al lado de Katerina, esperaba más.

«Turquía ocupa el territorio de un Estado miembro y es una obligación para la UE presionar a Ankara», añade.

Ella también expresa su decepción. «Incluso si la apertura de la calle Ledra no fuera más que simbólica, sería más optimista. Esperaba más del acercamiento de los dirigentes, ya que ambos provienen de la izquierda», explica.

En este contexto, Mehmet Ali Talat podría salir debilitado de las legislativas del 19 de abril en la República Turca de Chipre del Norte, en las que la derecha nacionalista parte como favorita.

Delante de una pequeña tienda, la discusión entre dos hombres se aviva. Uno de ellos es Gregori Chrisantou, octogenario nacido en los montes Troodos, en el centro de la isla.

Antiguo propietario de una vivienda en la calle Ledra, la vendió hace años «para no vivir demasiado cerca de ellos», en alusión a los turcochipriotas. El año pasado tampoco asistió a la inauguración del paso.

Sin embargo, «esta mañana lo he cruzado por primera vez. Mi amigo no lo entiende. Yo no quería, pero mi hija insistió», explica.

Y asegura: «Finalmente, no he tenido miedo».

 

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