CRÏTICA
Un clavo hasta el alma
Pablo CABEZA
El pasado lunes el Teatro Arriaga echó la mirada atrás para reencontrarse con los sonidos de Los Mitos, el conjunto vasco más popular e internacional del pop creado entre el final de la década de los sesenta y principios de los setenta. Regresaban a escena después de treinta y cinco años de pausa, aunque tuvieron alguna esporádica aparición durante este largo periodo de invierno extremo. Ojeando el Arriaga fila a fila poco hacía suponer que los presentes se disponían a presenciar un concierto de rock, pop en el sentido estricto, pero allí estaba el señor del traje, su amigo del jersey por los hombros, la señora de mi butaca contigua, tan seria, tan reposada, tan transparente... Allí estaba el de las canas, aquel sin pelo, la señora inocua... todos cantando, moviendo la fila de butacas con sus pies, palmeando sin oposición. No, no se abrió el telón para ver una obra de teatro, sino para ajustar cuentas con Los Mitos y con canciones que marcaron, single a single, las vidas del millar reunido alrededor del conjunto: Óscar Matía, Paco García, Fernando Brosed, Federico Artigas e Iñaki Egaña, el único músico que no llegó a pertenecer a la historia del quinteto, pero que mantuvo una noble carrera en la misma época junto a bandas como Los Buenos, los primeros Barrabás, Juan Pardo y muchos más. Faltaron Tony Landa, Carlos Zubiaga, de gira con El Consorcio, y José Ignacio Millán, que no se ha incorporado al proyecto por problemas de compatibilidad de trabajos; no obstante, Millán no se perdió el concierto, pues ahí estaba en una de las primeras filas.
Con algún que otro nervio más que lógico, fueron sonando «Cuando vuelvas», «Lejos de ti», «Si te acuerdas de mí», «Mírame», «Me estás volviendo loco», «Este es mi llanto», «Me conformo», «Suena una guitarra», «Coge mi mano», «Es muy fácil», «Sheri la la la»... «Cantemos así»... Unas cantadas originalmente por Tony Landa, otras por el titular de la vuelta, Fernando Brosed, quizá el más tenso de la velada en el inicio, pero quien poco a poco fue encontrándose suelto y demostrando que las cuerdas vocales y sus armonías han resistido el paso del tiempo.
Uno de los momentos más singulares, como cabía adivinar, llegó con la presencia de Pepe Robles, líder de Los Módulos, y quien sólo con los primeros compases de «Todo tiene su fin» dejó perturbada a la audiencia. Qué categoría, qué músico y que canción tan sorprendente. Colorista fue la participación de Ainhoa, la solista de Galdakao y ganadora de una de las ediciones de Operación Triunfo. Ainhoa, con mucho desparpajo, interpretó junto a ellos «Me conformo» y presentó el pegadizo single de su tercer larga duración, que saldrá de inmediato. Para «Es muy fácil», con todo el público en pie, el invitado fue Agustín Ramírez, cantante de Los Diablos, quien también recordó «Un rayo de sol». Agustín se mostró como un buen showman, muy alegre divertido y dicharachero. Cayeron también unas cuantas versiones: «Mony mony», de Tommy James; «Todos lo saben», soberbia canción de mediados de los sesenta; «Back is black», de Los Bravos... y «La vida es una canción».
Noche emotiva y con clase, pues Mitos demostraron contar con un impecable repertorio y los valores suficientes como para moverse con plena dignidad por los escenarios de este 2009.