Un acto nacional en el área ferial de Landako, en Durango, pondrá el 19 de abril broche a la campaña que emprenderán el día 14 familiares y amigos de los 748 presos políticos vascos dispersados por la geografía de los estados francés y español. El objetivo, tal y como subrayaron ayer en rueda de prensa en Bilbo Jone Artola y Ane Miren Gamboa, es la acumulación de fuerzas de todas aquellas personas y agentes sociales que quieren acabar con «esta grave agresión a los derechos humanos».

Durante seis días, diferentes delegaciones de familiares recordarán de formas «variadas» las múltiples consecuencias que ha dejado la política de dispersión a lo largo de dos décadas. Entre los hechos más reseñables, las portavoces del colectivo destacaron los 21 presos muertos en las cárceles en estos «duros años» y los 16 amigos y familiares que perdieron su vida cuando se dirigían a visitar a sus allegados.

Artola y Gamboa no perdieron la ocasión para recordar a la sociedad vasca que semanalmente se ven obligados a realizar miles de kilómetros «poniendo en serio peligro nuestras vidas. Lamentable testigo de ello -incidieron- son los 267 accidentes graves que hemos sufrido los familiares y amigos en todos estos años».

«Busca debilitarnos, física y sicológica y económicamente. Además de ser un chantaje inaceptable que pretende hipotecar el futuro de Euskal Herria», confesaron. El kilometraje medio anual de una familia puede rondar fácilmente los 63.599 kilómetros con un gasto que alvanza los 19.653 euros.

Antes dejaron bien claro que la política de dispersión ha tratado de aniquilar a los presos políticos vascos y desgastar a sus allegados. «Han conseguido hacernos sufrir, sin duda, pero la dispersión ha fracasado en sus objetivos. No han conseguido que los y las familiares y sus amistades dejemos que hacerles llegar nuestro cariño, ni tampoco han conseguido hacernos callar en la denuncia de esta política criminal», manifestaron.

Esa misma constatación, añadieron en su análisis, ha llevado a los gobiernos de Madrid y París ha endurecer su estrategia represiva. «La puesta en marcha de la cadena perpetua y el no liberar a los y las presas políticas vascas que padecen enfermedades graves e incurables son dos ejemplos», resaltaron desde Etxerat.