Auge y crisis de una industria que convirtió al coche en abanderado de la globalidad
La industria del automóvil se convirtió en un abanderado de la globalización cuando el reclamo de las economías emergentes vislumbró nuevas fuentes de riqueza y ahora padece también una crisis global que encara con ingentes cantidades de fondos públicos.
GARA
El referente de la coyuntura más negativa históricamente del automóvil es Estados Unidos, con Detroit a la cabeza del imperio en su auge y decadencia. Los tres grandes -General Motors, Ford y Chrysler-, peregrinan en demanda de ayudas públicas para capear el temporal de un mercado que les ha dado por completo la espalda por la actitud de un consumidor estadounidense que abandona los criterios tradicionales de sus motivaciones automovilísticas en busca de un coche más racional en el uso, al amparo de la concienciación medioambiental. «No dejaremos desaparecer nuestra industria del automóvil», afirmó el presidente estadounidense, Barack Obama, después de que se rechazaran los planes de reestructuración presentados por Chrysler y General Motors y se exigiera la salida del presidente de este último grupo.
«La mayoría de los Gobiernos no pueden elegir de verdad», ya que la industria del automóvil «representa millares de empleos, o incluso millones para los americanos», consideró Carlos Da Silva, analista de IHS Global Insight.
«La crisis y la acción de los gobiernos van a acelerar reestructuraciones, fusiones, o incluso quiebras, que de todas formas habrían tenido lugar en cinco o diez años», consideran los analistas.
Con una velocidad de crucero en su mercado en torno a los 16 millones de unidades anuales, Estados Unidos bastante tendrá este año con cubrir ese registro de 12 millones al que apuntan las previsiones.
El mes de marzo no deja margen para conjeturas más optimistas y las perspectivas apuntan a una reducción de las matriculaciones del 40%, y por si sirve de pista, Ford ya ha anunciado la caída de un 41% en las ventas de su mercado doméstico.
Japón, el segundo gran mercado mundial, presume de cobijar la marca líder: Toyota, pero ni siquiera ese título honorífico revierte la situación y las ventas de vehículos en el país nipón retrocedieron en marzo un 31,5%.
Paradoja, y grande, la de la industria nipona, que no hace mucho fue la inspiración de los nuevos criterios productivos basados en los altos índices de productividad y los costes contenidos.
Europa arrancó abril con matriculaciones en algunos de sus principales estados con una de cal y otra de arena. La de cal, para el Estado francés, que tras varios meses de retrocesos no muy intensos, en marzo se dio el gusto de aumentar sus ventas automovilísticas un 8,1%. La de arena, el Estado español, el mercado de peor comportamiento en los últimos meses, sigue en sus trece.
Dicho mes se salda con una disminución de matriculaciones del 38,7%, pese a todo el mejor resultado en lo que va de año.
Ayudas directas
Otros grandes mercados europeos, como Italia y Gran Bretaña, seguirán en esa senda de caída de ventas, en algunos casos dignas de ser calificadas, al igual que en el Estado español, como desplome.
Alemania, el gigante europeo, vive su momento dulce al amparo de unas ayudas directas de 2.500 euros por la compra de un vehículo nuevo de bajo poder contaminante a cambio del achatarramiento del viejo, lo que se dice un Plan Renove en toda regla. La canciller alemana, Angela Merkel, trasladó su apoyo a Opel, filial europea de General Motors, y abogó por la creación de una estructura europea menos dependiente del fabricante estadounidense.
En el positivo resultado francés mucho tienen que ver también estas ayudas, algo más modestas, de mil euros, pero que han animado al usuario a inclinarse por el cambio de vehículo.
La puerta de salida de los mercados emergentes está en las mismas circunstancias. China, la gran esperanza, retrocede, y seguirá en la misma tendencia. Rusia, la baza del Viejo continente, dicen que reducirá este año las ventas en más de un 60%.
En este continuo baile de signos negativos en las ventas de automóviles, las marcas, sin distinción de mercados, se esfuerzan como nunca por incentivar con ofertas nunca vistas.
Confianza y dinero son los ingredientes que faltan.