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CRíTICA rock

Como dos huevos fritos, AC/DC

 

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Anartz BILBAO

No es Cirque duSoleil el único espectáculo circense que anida estos días en nuestra tierra. Otro, más oscuro y caliente pero igual de exclusivo, se estampó anteayer a toda velocidad en el BEC, para goce de miles de enfebrecidas almas convertidas a la pasión de AC/DC.

Los canguros del rock (and roll), saltaron puntuales a escena para convertir las conjeturas en presente. Con la pista a reventar de cuernos luminosos, el constante ir y venir de la grada cesó y poco importó que la gente no estuviera ubicada en sus aposentos. Todos de pie y compartiendo espacio. Nosotros fuimos abordados por los  más exaltados, quienes no nos dejaron disfrutar hasta que uno de ellos voló cuatro filas hasta la valla y lo desalojaron sus colegas. Y es que la noche invitaba a dar rienda a los más bajos y primitivos instintos.

Con un sonido limpio y poderoso, el tren cornudo de las cuatro siglas más identificables del rock irrumpe en escena con ‘Rock & roll Train’, single del reciente “Black Ice”, del que han vendido diez millones de copias. La pasión se desata con Angus Young y sus travesuras –cuernos, bailes, streaptease gamberro–, secundadas por el camionero Brian Johnson, quien aprovecha la pasarela del escenario para acercarse al centro de la pista. ¿Hay álguien más en escena? Si, están tres más al fondo del escenario: el batería Phil Rudd, el bajista Cliff Williams y el guitarrista Malcolm Young –cofundador de la banda–, pero a estos no los enfocan las cámaras, no se mueven, parecen no contar.

La sugestión produce su efecto, y no por esperado el concierto resulta espectacular, con el público jaleando a la banda. Con ‘Thunderstruck’ el recinto vibra y retumba y con ‘Hell Bells’ una  campana gigante surge del techo para que Brian se cuelgue en ella. ‘Whole Lotta Rosie’ infla una muñeca hinchable que no cesa de frotarse, digna de Botero, (oronda pero más burda). En los bises, los cañones se disparan con ‘Highway to Hell’ y el cierre lo pone ‘For Those About to Rock’. El rojo destaca en la oscuridad y el Bizkaia Arena se convirtió en un infernal antojo de la Gibson SG de Young, con las pantallas mostrando los punteos del sudoroso y entregado Angus, protagonista absoluto de la noche.

Imposible es dilucidar cual es la mayor banda de rock & roll del planeta, pero si el número de aficionados que la tienen como favorita cuenta, AC/DC está en el podio, por disponer de un estilo y sonido propio y básico.

Los de Sidney sacían como dos huevos fritos al volver de fiesta de madrugada. Accesible para todo el mundo y con elaboración básica, calentar el aceite en el infierno y romper las cáscaras con los riffs de Angus Young, añadiéndole después la sal rugosa de Brian Johnson. Pero... ¿A quién no le gustan los huevos fritos?

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