La edición internacional de la RAI se colocó al frente de la información sobre el terremoto ocurrido en el centro de Italia y que lleva más de doscientos muertos y unas docenas de desparecidos y mucha destrucción, asombro y desazón. Los canales internacionales de las cadenas de referencia acostumbran a compaginar los informativos, los deportes con programas de contenido muy ligero, y en esta ocasión no se levantó la parrilla, sino que se transformó. Todos los programas se dedicaron a informar desde varios lugares afectados de la situación.

No solamente eso, sino que también se produjeron debates, cruce de declaraciones, la lógica intervención de Silvio Berlusconi vestido totalmente de negro, dando a conocer las medidas tomadas inmediatamente para paliar los efectos del desastre. Es decir, desde un punto de vista informativo, cumplieron con creces, colocaron cámaras, cronistas y corresponsales en los lugares más calientes en cuanto a la importancia del seísmo, consiguieron imágenes realmente impresionantes, testimonios en directo de gente muy afectada, con lo que podemos indicar que por momentos se podía pensar que estaban proporcionando un espectáculo excesivo, que algunas de las secuencias más duras podrían habérselas ahorrado, que durante muchos momentos, las imágenes eran más explicativas que las narraciones y que las autoridades, de todos los renglones y jerarquías, estaban desbordados de manera ostensible.

Pero hubo un momento en el horario de máxima audiencia, en donde se sacó a colación las declaraciones de un físico que había advertido de la posibilidad del terremoto, y que reclamaba responsabilidades por no haber realizado mayores prevenciones. Otros científicos, miembros del escalafón gubernamental descalificaban estas declaraciones y se montó otro espectáculo paralelo.

Lo más impresionante era ver camas de un hospital en la calle, con los heridos atendidos de manera no homologable en nuestro entorno europeo. La naturaleza hace lo suyo, pero son los hombres quienes lo provocan. Edificios de nueva construcción sin ninguna medida anti seísmos en un territorio donde son habituales. La avaricia de siempre.