Crónica | Terremoto en Abruzzo
Los supervivientes intentan recuperar lo poco que queda de sus enseres
Al día siguiente del terremoto que destrozó la región de Abruzzo, los supervivientes de Onna, localidad situada en el epicentro, recibieron ayer la autorización para volver a los escombros de sus casas para buscar los pocos enseres que les unían a su vida anterior al seísmo.
Katia DOLMADJIAN
Desde primera hora de la mañana, tras haber dado su nombre y dirección, los habitantes de esta aldea situada a una decena de kilómetros de L'Aquila -y en la que 40 de sus 300 habitantes murieron aplastados- volvieron a lo que quedaba de sus casas acompañados de pequeños grupos de cinco o seis bomberos para garantizar su seguridad.
Hombres y mujeres de todas las edades escarbaban desesperados en inmensas montañas de escombros intentando buscar algunos objetos personales.
Un hombre logró recuperar algunas prendas polvorientas que todavía colgaban de unas perchas, mientras que un acuario milagrosamente intacto en el que nadaban unos pececillos era colocado en los restos de un muro de lo que antes era una casa. Los carabineros pasaban portando grandes fotos enmarcadas.
Más lejos, una mujer desplazaba con dificultad los grandes bloques que obstruyen la entrada a los restos de lo que era su casa.
«Ésta era nuestra casa y también el lugar en el que trabajabamos. Aquí están lo que queda de las máquinas que utilizábamos para fabricar queso. Habíamos invertido 150.000 euros en ellas y esperamos que todavía funcionen», indicó Sara, de unos 30 años, señalando a varias máquinas metálicas de gran tamaños colocadas en una esquina de un prado.
«Todo lo que queda en el interior es simplemente una pesadilla. Vamos a tener que marcharnos, porque ya no se puede vivir ahí, aunque intentaremos salvar lo máximo posible», explicó.
Al lado, una solitaria pared es todo lo que queda de una casa. Una alfombra aplastada y la conducción de gas están ahora a la vista.
«No hay casi nada que podamos salvar, por desgracia para toda esta gente. El cien por cien de las casas han sido declaradas insalubres e inhabitables. Algunas pocas casas nuevas, construidas con cemento y en lugar de piedra, un poco más abajo del pueblo, han resistido mejor. Pero aquí no queda nada en pie», resumió el comandante de bomberos Andrea di Lena.
«Aquí, hemos recuperado cinco cuerpos. Y allí, han sacado una pareja y sus niños de 18 meses y cuatro años», indicó mientras señalaba un amasijo de escombros del que destacaban algunos juguetes de plástico de vivos colores.
Un gato abandonado maullaba sobre un balcón que podría derrumbarse en cualquier momento. Desde el seísmo del lunes de madrugada, cientos de réplicas, más o menos fuertes, se han dejado sentir en esta zona del centro de Italia. Las réplicas más intensas durante la noche de ayer, de 3,6 y 4,7 grados en la escala de Richter, volvieron a sembrar el pánico entre los vecinos de L'Aquila, que seguían esperando a la intemperie que el suelo dejara de moverse para volver a sus hogares.
La situación se complicó ayer a las 20.00, cuando una nueva réplica de 5,3 grados en la escala de Richter sacudió la zona. Es sólo medio grado menos que el seísmo que provocó el desastre. Aunque en principio se informó de una persona muerta, posteriormente fue desmentido este extremo.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, volvió a desplazarse ayer hasta L'Aquila, para «comprobar de primera mano el estado de las cosas».
228 muertos
La cifra de muertos por el terremoto de la región de Abruzzo ascendió a al menos 228, de los que al menos 17 estaban aún ayer sin identificar.
De entre los escombros a los que quedó reducida L'Aquila fueron rescatados con vida 150 personas, quince más están consideradas desaparecidas -entre ellas un jugador de la selección junior italiana de rugby- y alrededor de un millar se encuentran heridas.
Berlusconi hizo un llamamiento a los damnificados para que no regresen todavía a sus casas. «Son posibles otros temblores, por eso se da el mensaje a la población de no entrar en sus casas», declaró.
Ante esta situación, los habitantes de la ciudad de L'Aquila y de las otras localidades afectadas por el seísmo se vieron obligados a pernoctar en las tiendas de campaña instaladas en los estadios deportivos o en sus propios vehículos.
Berlusconi anunció la instalación de más tiendas de campaña para que los damnificados puedan resguardarse de la lluvia que se prevé para los próximos días. La capacidad de estas tiendas será de 14.500 personas -sólo la ciudad de L'Aquila tiene más de 50.000 habitantes- y se pondrán en funcionamiento dieciséis cocinas de campaña para proporcionar comida caliente.
Las imágenes de los personas sin hogar protagonizaron los programas especiales de las televisiones italianas junto a las de las tareas de rescate. Las historias de quienes consiguieron salir vivos de las montañas de escombros también fueron objeto del foco mediático.
Es el caso de Maria d'Antuono, quien a sus 98 años fue encontrada ayer con vida después de pasar treinta horas en su cama haciendo ganchillo mientras esperaba a que alguien fuera a rescatarla a su casa de Tempera.
El lado trágico de las labores de rescate se produjo en la Casa del Estudiante de L'Aquila, donde se encontraron los cadáveres de los cuatro alumnos desaparecidos entre los escombors, según confirmó Ferdinando di Orio, rector de la Universidad de L'Aquila en una entrevista a la agencia radiofónica Econews.
«Los cuatro estudiantes que estaban bajo los escombros de la Casa del Estudiante están todos muertos. Es una verdadera tragedia», dijo Di Orio.
Berlusconi insistió en que no era precisa la ayuda internacional para las tareas de búsqueda. Sin embargo, se declaró dispuesto a aceptar la colaboración de EEUU para la recuperación de bienes artísticos dañados por el seísmo.
Pese a la magnitud de la tragedia, Silvio Berlusconi no renunció a su costumbre de hacer bromas de pésimo gusto e instó a quienes habían perdido su casa a irse de vacaciones a la costa porque es Semana Santa. «Pagamos nosotros», añadió.
La Fiscalía de L'Aquila abrió una investigación por desastre de homicidio culposo por las 207 personas muertas en contra de los constructores de las casas que resultaron derrumbadas como consecuencia del terremoto.
Entre los fallecidos por el terremoto en L'Aquila se encuentra la hija del jefe de bomberos de Pescara, Cesare Gaspari, que estudiaba en la capital de Abruzzo. Gaspari está interviniendo activamente en las tareas de rescate.
Marco Cavagna, un bombero de la localidad de Bergamo, en el norte del país, murió ayer por la fatiga derivada de las labores de rescate de las víctimas. Según sus compañeros, murió mientras buscaba entre los escombros tras un viaje de diez horas.