Agust�n Unzurrunzaga SOS Racismo de Gipuzkoa
Xenofobia y diferentes racismos
Se tiende a simplificar los problemas y a buscar la explicaci�n de los mismos en la existencia de un grupo extra�o que lo l�a todo: atribuir el fracaso escolar a que en la escuela hay alumnos extranjeros; atribuci�n de todo lo malo que ocurre, sea real o ficticio, a un determinado grupo humano identificado como extranjero...La xenofobia, es decir, el miedo, el desprecio, el odio o la aversi�n a lo diverso, a lo diferente de lo propio, es un fen�meno social ampliamente extendido en este peque�o planeta en el que nos ha tocado vivir, aunque su forma e intensidad sean diferentes seg�n las sociedades y las �pocas. Comparte un amplio espacio con el racismo, que comenzar�a cuando sobre la base de las diferencias existentes se establecen pr�cticas sociales o pol�ticas p�blicas que maltratan, que segregan, que niegan derechos, masacran o exterminan a los grupos humanos identificados como razas inferiores.
El racismo es polimorfo y cambiante en el tiempo, de ah� la dificultad de definirlo y la necesidad de distinguir sus diferentes manifestaciones. Como se�ala Albert Memmi: �La acusaci�n racista se apoya tanto sobre una diferencia biol�gica, como sobre una diferencia caracteriol�gica, o sobre una diferencia cultural. Puede partir tanto de la biolog�a como de la cultura, para seguidamente generalizar al conjunto de la personalidad, de la vida o del grupo acusado. A veces, el rasgo biol�gico es dudoso o incluso ausente. En suma, nos encontramos ante un mecanismo infinitamente m�s variado, m�s complejo y desgraciadamente m�s corriente de lo que pueda hacer pensar el t�rmino estricto de racismo. Tal vez habr�a que pensar en reemplazarlo por otra palabra, por otra locuci�n que expresara a la vez la variedad y el parentesco de las actividades racistas� (�Ensayo de definici�n�, 1964).
A falta de encontrar la locuci�n adecuada, retengamos su car�cter polimorfo, cambiante y la necesidad de distinguir sus manifestaciones concretas.
Hoy el racialismo cl�sico, el desarrollado en el siglo XIX de la mano del cientifismo moderno, que reivindicaba la pertinencia de dividir a los humanos en grupos denominados razas seg�n sus rasgos f�sicos; de establecer unas supuestas correspondencias entre las caracter�sticas f�sicas y la morales de esos grupos; de jerarquizarlos de forma etnoc�ntrica en superiores e inferiores; y de establecer una pol�tica que, acorde con lo anterior, discrimine, segregue, explote, masacre o extermine a lo considerado inferior o contaminante, est� muy desprestigiado, aunque de una manera u otra nunca ha dejado de estar presente. De todas formas, y como con acierto se�ala Tzventan Todorov: �No es a partir del hecho de que la biolog�a haya probado que todas las razas son iguales que habr�a que ser antirracista. De ser as�, tambi�n podr�a darse el caso contrario: imaginemos que ma�ana los bi�logos descubren que, despu�s de todo, las razas son efectivamente `desiguales'. �Entonces esclavizar�amos a los negros?... El deber ser no se deriva del ser. La igualdad en derechos y dignidad, de todos los seres humanos es nuestro ideal, porque podemos argumentar razonablemente que es superior a cualquier otro ideal, no porque las personas sean de hecho iguales�. (�Deberes y delicias. Una vida entre fronteras�).
El racismo se ha culturizado. El racismo moderno no busca su fundamentaci�n en un materialismo biol�gico, sino que desplaza su argumentaci�n de la raza a la etnia y a la cultura. Este racismo diferencialista, que se desarroll� en los a�os ochenta del siglo pasado en varias partes de Europa, traslada la determinaci�n del individuo a la cultura, sustituye la defensa de la desigualdad por la afirmaci�n de la diferencia, concibe a las culturas como bloques impermeables, planteando que no es posible relacionarse entre ellas o entre las personas que provienen de diferentes �mbitos culturales. No se afirma, al menos expl�citamente la superioridad de una cultura sobre otra, sino que se niega la posibilidad de que en un mismo espacio pol�tico y social conviva gente de diferentes procedencias culturales. Es un tipo de racismo que oscila entre el elogio a la diferencia y el odio a la diferencia cultural dentro del espacio nacional-comunitario, pues, supuestamente, esas diferencias pondr�an en peligro la preservaci�n de la identidad cultural.
Pero m�s all� de las formas m�s elaboradas de racismo, tenemos otras cotidianas, formas de racismo popular y social, que tienden a la racializaci�n de problemas sociales reales (trabajo, vivienda, convivencia en un barrio, incivilidades cometidas en los bloques de viviendas, seguridad y delincuencia, etc). Se tiende a simplificar los problemas y a buscar la explicaci�n de los mismos en la existencia de un grupo extra�o que lo l�a todo: atribuir el fracaso escolar a que en la escuela hay alumnos extranjeros; sentirse abandonado por las instituciones que no oyen sus demandas porque el barrio est� cambiando su composici�n humana; la preocupaci�n porque en el bloque de viviendas cambia la composici�n y se pierde la seguridad de lo conocido; atribuci�n de todo lo malo que ocurre, sea real o ficticio, a un determinado grupo humano identificado como extranjero; especular sobre los problemas que puede haber o podr�n tener sus hijos si en el barrio o pueblo se van asentando extranjeros; frente al aumento del paro reivindicar que el empleo sea para los aut�ctonos, apelando a la autoctonidad, a los de aqu� primero, etc, etc.
En esas expresiones hay una mezcla de elementos reales e imaginarios. Se apela a lo vivido o a lo que otro le ha contado que ha vivido, dando como resultado una especie de vivencia excesiva. Se reivindica el car�cter real de esa vivencia frente a los buenos sentimientos o las nociones de igualdad y la necesidad de trabajar por la igualdad. Ese tipo de racializaci�n tiene aspectos fantasmag�ricos pero no es un puro fantasma, tiene aspectos delirantes pero no es un puro delirio, enuncia dificultades sociales reales pero no es un simple reflejo de ellas. Es todo ello a la vez. Y a todo hay que dar respuesta.