La descubridora del VIH y Nobel de Medicina, en Bilbo
Una Nobel de Medicina comprometida con los países con menos recursos
J.V. |
Françoise Barré-Sinoussi
Nacimiento: París. > Fecha: 30 de julio de 1947. > Cargo: Responsable de la Unidad de Regulación de Infecciones Retrovirales en el Instituto Pasteur. > Premios: Más de una decena, entre ellos el Nobel de Medicina de 2008.
Durante buena parte de la conferencia que la tarde del jueves ofreció en la capital bilbaina, Françoise Barré-Sinoussi permaneció medio sentada, de lado, sobre la mesa, mientras con un puntero guiaba la vista de las decenas de oyentes hacia la pantalla donde repasó los algo más de 25 años de historia del VIH como epidemia mundial. En toda una Premio Nobel de Medicina y prestigiosa experta en el virus, se antojaría demasiado informal, sino fuera porque quienes la conocen saben de la cercanía de su persona. Basta las palabras que le dedicó en la presentación alguien que había tenido el privilegio de colaborar con ella: «ser humano extraordinario», «persona que da lecciones de altruismo» o «comprometida con los países pobres».
Precisamente, el anuncio de que había sido galardonada con el Nobel de Medicina el año pasado la sorprendió no en su laboratorio parisino, sino en Camboya, un país al que viajó por primera vez en 1995 y con el que colabora desde entonces para luchar contra la enfermedad del sida. Es un ejemplo de la implicación de esta investigadora con los enfermos de los países con menos recursos para hacer frente a la epidemia.
Con apenas 25 años se incorporó al equipo de prestigioso Instituto Pasteur, al lado de Luc Montagnier -con quien ha compartido el Nobel-. Hoy, su entonces jefe ha dejado las probetas a un lado; ella sigue a lo suyo, al frente de la Unidad de Regulación de Infecciones Retrovirales, enfrascada en conocer, entre otros misterios, porqué un 1% de los portadores del VIH no desarrollan la enfermedad, dónde reside el secreto de su inmunidad.
Entre tanto, le da tiempo para viajar a los países más pobres donde coordina programas de investigación y acción, firmar más de 220 artículos científicos y colaborar como ponente en decenas de conferencias y congresos. Una actividad que le ha supuesto ostentar más de diez galardones nacionales e internacionales, amén del Nobel que vino a hacer justicia a su, quizás, olvidada figura en el hallazgo del VIH.
«Es un honor trabajar con ella», confesaba en una entrevista uno de sus colaboradores, el leioarra Asier Sáez-Cirión, que lleva cinco años en los laboratorios parisinos. «Es una persona muy comprometida y le preocupa que los enfermos de África y Asia reciban atención médica apropiada». Una científica con la cabeza en el laboratorio y el corazón con los enfermos.