19ª plaza, 32 puntos, siete respecto a la frontera que marca ahora mismo el Córdoba, 9 jornadas por disputar, veinte puntos que sumar, apenas dos empates como saldo en las siete últimas jornadas... Se acusa a los periodistas, en muchos casos con razón, de abusar de los datos, pero en este caso suponen el resumen perfecto de la situación en la que afronta el Alavés la 34ª jornada de Liga.

Absolutamente necesitado, sin duda. El tiempo se acaba y los albiazules están obligados a reaccionar si no quieren quedar definitivamente descolgados de la lucha por la permanencia, en la que han perdido comba en las últimas jornadas. Ha llegado la hora de quemar los últimos cartuchos porque, de lo contrario, y pese a que las matemáticas avalarían aún a los más optimistas, lo que llegará será el momento de la despedida.

El equipo gasteiztarra buscará el punto de inflexión ante un equipo tan sorprendente como complicado. Pese a tratarse de un recién ascendido, el Girona protagonizó un espléndido arranque de temporada, lo que le está permitiendo sobrellevar con relativa tranquilidad el bache que ha atravesado en las últimas semanas, aunque todavía necesite puntos para asegurarse la permanencia. Al equipo catalán le cuesta mucho ganar partidos, pero tampoco los pierde -y el empate es un resultado que difícilmente se puede permitir el Alavés-. Sobre todo en Montilivi, donde sólo el Salamanca, allá por setiembre, ha sido capaz de sumar los tres puntos.

Los alavesistas intentarán imitar al conjunto charro con unas cuantas bajas y, en consecuencia, novedades en el once titular. La sanción de Almirón deja un hueco en el centro de la zaga que ocuparán Natxo Garro o Casar -con César en banda-, mientras Moreno podría ocupar la vacante de Emilio Sánchez, que finalmente no se ha recuperado. En la convocatoria, destaca tanto el regreso de Cabrera -junto a Mateo- como la ausencia de Óscar de Marcos.