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Maite Ubiria Kazetaria

Otro virus que se extiende de manera imparable

No sé ya cuantas veces hemos leído, visto u oído esta formulación, u otra similar pero igualmente válida para alertarnos en el sillón de casa sobre un riesgo inminente de epidemia.

Quién no recuerda aquellas tardías, confusas y bastante inútiles campañas sobre la llamada «pandemia del siglo XX», el sida. Entre amenazas infundadas y mensajes incoherentes, nos tocó despedir a demasiados amigos con un cuerpo dolorido por la enfermedad y la punzada del ostracismo clavada en los ojos.

Antes fue la gripe aviar, ahora le ha tocado el turno a los cerdos. Con perdón. Las imágenes de las mascarillas se multiplican. Brota la alarma en México, pero son unos ejecutivos paseando por el moderno aeropuerto de Hong Kong los que aparecen en las imágenes de las agencias como elegantes modelos del riesgo inminente.

China y México, hasta donde aprendí en clase de Geografía, no son países vecinos. Pero ya se sabe, la globalización difumina las distancias, que no males endémicos como la desigualdad.

Los mismos que tratan de inocularnos cada día el virus de la insolidaridad nos someten periódicamente a estados de urgencia que no somos capaces ni de ubicar en el espacio-tiempo.

Buscan el tratamiento milagro, el que nos convierta en seres vulnerables primero, e insensibles después, a los muchos males que acechan a la piara humana. Perdón, a la aldea global. Me refiero, claro está, a males susceptibles de ser combatidos con una cartera de pedidos extra a las farmacéuticas o, si las cosas se complican, con una invasión militar-humanitaria.

Imparable el contagio, inminente la pandemia. Toc-toc en la memoria. Una anciana del norte de Francia justifica su voto a Le Pen en el temor a «la invasión de los inmigrantes». La señora reconoce que en su aldea no hay ciudadanos de origen extranjero (hoy añadiría, seguramente, que tampoco un restaurante tex-mex...), «pero se ven tantas cosas en la televisión...», suspira.

Y Sarkozy propone el aislamiento, la cuarentena, el cierre de fronteras por la influenza. ¡Qué no hará cuando lea la web de su Ministerio de Sanidad! En ella se dice que, según la OMS, la gripe de toda la vida mata a entre 250.000 y 500.000 personas al año en el mundo.

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