Raimundo Fitero
Ditirambos
La 2 está emitiendo un largo publirreportaje disfrazado de homenaje o crónica que tiene al restaurante El Bulli de Ferrán Adrià como protagonista. El formato está muy cuidado, el relato está hidrogenado, es decir mantiene las claves esotéricas de su carta y su mitología y nunca, en ningún recodo aparece una sombra de dudas. El cocinero mediático es un genio. Sin discusión. Su restaurante el mejor del mundo y no hay plazas en los próximos años. ¿Para qué seguir anunciándolo?
Estos capítulos que aparecen en La 2 y que le reporta unas audiencias por encima de la media, son fruto de un bautizo de un canal supuestamente cultural que recibe subvención directa del Ministerio de Cultura y que parece más que obvio que se trata de una operación de imagen global, pensado para la exportación y que irá siempre a caballo de lo contrastado. Este espléndido trabajo audiovisual cae en todos los excesos, en todos los ditirambos, con las alabanzas colocadas en el borde mismo del ridículo, incluso teniendo que ser el propio protagonista el que aporte los mayores gramos de sentido común, humildad y agradecimiento a las circunstancias coyunturales.
Nadie va a poner en duda el impacto de las aportaciones de El Bulli y todo su equipo de investigación y muy especialmente de difusión y venta para cambiar el panorama de lo que son los restaurantes de culto, de alta cocina, el que más ha ayudado a convertir el ritual de comer en ese tipo de restaurantes en algo que se acerca a lo religioso, al espectáculo, y eso se agradece en cuanto poética de la necesidad. Otra cosa es su valor de cambio, el precio, sus secuelas, las malas imitaciones y el papanatismo. Queda claro que es una cocina para bolsillos bien dotados, pero su evangelización ha aportado otras visiones del acto de cocinar y sobre todo de emplatar. Los más optimistas creen que lo mejor es la gramática parda al servicio de las cartas y los menús. De momento es un producto televisivo que seguro tendrá mejor vida en su versión minorizada individual en kiosko o en descarga. Si no has estado en El Bulli no puedes ser aceptado en la secta de los iniciados en la química de colores, olores y sabores.