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Moscas tridimensionales

«Vamos a la luna»

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M. I. | DONOSTIA

«Vamos a la luna» es una firme apuesta por el cine en sistema de proyección 3-D, aunque fuera de los Estados Unidos el número de salas preparadas no sea todavía suficiente. La productora nWave viene experimentado con este formato cinematográfico mediante la realización de cortos para parques temáticos y cines Imax, siendo su primer largometraje «Vamos a la luna», con el que se lanzan a la carrera por hacer películas desarrolladas en 3-D durante todo el proceso de gestación. Esto quiere decir que no han hecho una película convencional para luego sacar copias en 3-D, sino que el producto ha sido concebido como tal desde la misma preproducción. Al margen de las exigencias argumentales, los personajes de las moscas fueron elegidos por las posibilidades que ofrecía visualmente su movilidad, y así se utilizaron lentes «macro» para situar al espectador en el punto de vista de los insectos voladores en su recorrido dentro del plano. De este modo, la perspectiva no es la consabida en la utilización de gafas especiales, cuando el efecto de relieve se limitaba a la simulación de objetos que parecían salirse de la pantalla e iban a lanzarse contra el público, que instintivamente tendía a tratar de esquivarlos. Ahora es cuestión de conseguir profundidad en el interior de las escenas, a lo que se presta la ambientación en la nave espacial Apolo 11 y la consiguiente sensación de ingravidad. Las moscas se cuelan en la misión con destino a la luna, porque a lo largo de la historia de la humanidad siempre han estado presentes y tampoco podían faltar en la odisea del astronauta Neil Armstrong.

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