Vaya por delante que la nueva versión cinematográfica de «Star Trek» está pensada para el gran público, incluso para aquellos que no conocen la saga. La Paramount ha invertido a tal fin más de 150 millones de dólares, cantidad que nunca se había planteado desde el comienzo de la serie en televisión, allá por 1966. Las diez entregas anteriores para la pantalla grande han sido mucho más modestas, incluida la inicial realizada por el maestro Robert Wise, y que sigue siendo la mejor. Pero en el estudio querían regenerar la franquicia, tal como Warner ha hecho con «Batman», motivo por el que se contrató para dirigir este undécimo largometraje al actual mago de la televisión J.J. Abrams, creador de la serie de culto «Perdidos». Lo curioso es que la idea que ha empleado para el renovador argumento es vieja, pues ya en el año 1968 fue barajada la posibilidad de contar los inicios del personaje central. El propio Gene Roddenberry, autor original de «Star Trek», pensó en remontarse a la juventud del capitán Kirk, para explicar cómo se hizo con el puesto de mando de la nave Enterprise.

No parece ser que los trekkies vayan a sentirse discriminados en esta nueva etapa que comienza, a la que seguro se unirán fans más jóvenes. Los seguidores habituales ya están acostumbrados a los cambios de reparto cada cierto tiempo, por lo que no se van a asustar ahora al ver una tripulación completamente distinta, comandada por Chris Pine, revelado en «Ases calientes». El recién llegado no se ha cortado un pelo a la hora de reconocer que ha buscado la inspiración en otra saga rival, ya que ha ido fijarse en el humor con que Harrison Ford encarnó a Han Solo. El director J.J. Abrams, en lugar de corregirle, ha ido más lejos en el tono provocador admitiendo que nunca le gustó «Star Trek», y esa es la razón por la que ha preferido tomar referencias de «La guerra de las Galaxias», muy presentes en las secuencias más espectaculares de las batallas espaciales con los romulianos. Sin embargo, no falta el obligado autohomenaje en forma de cameo a cargo de Leonard Nimoy.