Las raíces del mito
«Hanna Montana»
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Hannah Montana es un producto comercial, detrás del cual se supone que hay una chica adolescente con sus sentimientos y sus problemas, o al menos es de lo que nos quieren convencer desde el departamento de marketing de la Disney. Para ello han hecho una película en la que se muestra lo que podría ser la cara humana o privada de la estrella mediática. Ello es posible gracias a que en la serie televisiva Hannah Montana también tiene su alter ego: una chica morena llamada Miley Stewart, que cuando se pone la peluca rubia se transforma en la famosa cantante.
El gancho sirve para ir preparando el terreno a Miley Cyrus, que es el nombre original de la artista cuyos discos hay que comprar. Es como cuando Marisol dio paso a Pepa Flores, pero a lo grande y con toda la infraestructura de la industria norteamericana del entretenimiento de por medio. Para que quede claro cual es el apellido que ha de sustituir progresivamente al de Montana, la chica es apadrinada en la pantalla por papá Cyrus, el cantante country que ha acabado haciendo duetos con su hijísima.
El argumento de «Hannah Montana: La película» nos muestra a una Miley Cyrus atrapada en su papel de Hannah Montana, hasta el punto de que el personaje está interfiriendo en su vida, sometida al incesante acoso de la prensa sensacionalista. Su padre considera que ha llegado el momento de intervenir, por lo que aconseja a la joven que recupere sus raíces, que están en el campo, un territorio muy lejano en distancia de la gran ciudad. Dicho pretexto permite introducir exteriores que no están en la sitcom de televisión, bajo el formato de un musical vaquero ambientado en Tennessee.